Ricardo Melgar Bao, El “Nacedor”

“A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado”, […]
“Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre”.

Pablo Neruda “Canto General”, Canto XII.

 

No voy ni puedo caer en el lugar común de señalar que Ricardo Melgar Bao fue un profesor, historiador y antropólogo. Ricardo fue mas que eso. Su objeto de estudio fue la memoria del movimiento obrero y revolucionario latinoamericano, y dentro de él la figura e influencia que tuvo José Carlos Mariátegui.

Por su mano y letra habló la historia de tantos y tantos caídos, en América Latina, en la lucha contra explotación y por la liberación nacional. Y en este esfuerzo no sólo lo ayudó su exigente y valiosa formación académica en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad Nacional Autónoma de México sino sus propias vivencias y sus recuerdos infantiles.


Ricardo Melgar, 2015

En mi caso personal no fui su amigo de las épocas escolares o universitarias ni compartimos la misma militancia izquierdista y nos hicimos amigos hace unos pocos años a través de la lectura de parte de su obra y el escuchar sus exposiciones, así descubrí que teníamos intereses comunes como el conocimiento del real Mariátegui y su relación con la Internacional Comunista, la historia del Partido Socialista del Perú, cuya formación impulsó Mariátegui, y la relación del Partido Comunista del Perú y éste.

Me llamó mucho la atención de la investigación crítica pero respetuosa que tuvo hacia Haya de La Torre y el movimiento aprista de sus inicios. A diferencia del trato despectivo hacia su historia, en que fuimos educados quienes habíamos militado en alguna de las facciones del Partido Comunista, y aún a diferencia del propio Haya respecto a Mariátegui, Ricardo mantuvo un criterio discrepante por razones de clase.

Pienso que hubo además algo que nos hizo coincidir casualmente. Ambos veníamos de Padres apristas. En el caso de Ricardo, de un Padre militante clandestino e insurreccional (sino me equivoco participó en el primer atentado contra Luis M. Sánchez Cerro), y alejado por ello de su educación infantil. En mi caso, de un Padre liberteño, militante pasivo, pero impregnado de sus imágenes infantiles de la Insurrección de Trujillo de 1932, de la vida perseguida de Tomás Solano Ruiz (fusilado por Benavides) y del asesinato de Arévalo, y más tarde de los testimonios de la Insurrección de octubre de 1948, en el Callao.

Asimismo, compartimos una visión crítica de la construcción socialista en la URSS, principalmente a partir de Stalin y del destino final de la Revolución China de Mao Tse Tung, y quizás aún la idea de que, con Mariátegui, primero, y Ernesto “Che” Guevara, después, perdimos el derrotero original de la revolución socialista latinoamericana.

Su afán de investigador le llevó a rescatar y estudiar figuras como Eudocio Rabines, Laura Meneses, y Esteban Pavletich (el periodo 1925-1930, de este último fue el de un auténtico luchador internacionalista que adelantó la imagen histórica del Comandante Ernesto “Che” Guevara), entre muchos otros.

Si se me preguntase como sigo imaginando a Ricardo Melgar Bao, responderé que lo imaginaré siempre, como hizo Pablo Neruda en el Poema XII, de su Canto General, que Los Jaivas convirtieron en la canción “Sube a nacer conmigo, hermano”, aquel que convirtió la historia en el arte de “invitar a nacer” o renacer a los mártires y personajes del movimiento revolucionario latinoamericano y recoger sus valiosos testimonios y lecciones.