2015

El papel de las mujeres en una ciudad del Epiclásico: Xochicalco

Proyecto Xochicalco. Centro INAH Morelos

 

Las investigaciones sobre género en antropología han cobrado mayor importancia actualmente, en un interés que se ha extendido a la arqueología donde, a través de las evidencias rescatadas y de la interpretación de códices y fuentes, aumentan las interpretaciones que intentan retomar la cuestión de género y con ello, lo que en la mayoría de las veces se consigue, es definir la presencia de ciertas actividades que, por medio de analogías etnográficas, se atribuyen a determinado sexo.

La mayor parte de este tipo de interpretaciones, retoman las fuentes históricas escritas por españoles en el Siglo XVI, a partir de lo que observaron en las sociedades del Posclásico Tardío. Los autores de dichas fuentes, quienes eran obviamente hombres, principalmente militares o sacerdotes, tuvieron una tendencia a sesgar la información observada de acuerdo tanto a sus intereses particulares y a prejuicios de diversa índole.

Estas observaciones deben tomarse en cuenta al momento de utilizar las fuentes para la interpretación de los materiales arqueológicos y darles su justa dimensión, dejando también “hablar” a los contextos arqueológicos.

Lo anterior nos lleva a preguntarnos hasta dónde los arqueólogos investigan sobre asuntos de género sin reconocer la necesidad de recurrir a la analogía o la etnohistoria.

En arqueología podemos identificar el sexo mediante el auxilio de la antropología física y molecular en restos óseos de los individuos. Por otra parte, mediante la recuperación de contextos arqueológicos, logramos detectar ciertas actividades, como pueden ser la producción de instrumentos líticos o la preparación de alimentos, lo que indica la presencia única o predominante de determinado sexo en determinados espacios.

En dicho marco, la categoría “género o roles de género”, que asocia sexo y actividades, parece mucho más difícil de definir, si bien la iconografía se convierte, en este caso, en la fuente de información más confiable.

Revisaremos algunos materiales provenientes de la ciudad prehispánica de Xochicalco, lo que nos brinda algunos indicios sobre ciertos aspectos de la vida de las mujeres.

A 32 kms. de la ciudad de Cuernavaca en el estado de Morelos, se encuentra la ciudad arqueológica de Xochicalco. Este sitio, caracterizado por la complejidad que exhibe en su planeación urbana, se considera uno de los mejores ejemplos de los asentamientos del periodo Epiclásico (600 – 1100 d.C.). Aunque pensamos que muy probablemente la filiación étnica y lingüística de los xochicalcas haya sido nahua (Garza 2009:39-51), sí sabemos con certeza que quienes construyeron y habitaron esta ciudad, fueron herederos de un importante bagaje cultural múltiple, al que enriquecieron con nuevos elementos culturales que se integrarían a Mesoamérica. (Figura 1)


Figura 1. Plaza de la Estela de los Dos Glifos. Fotografía de Adalberto Ríos Szalay.

Como todo asentamiento urbano, Xochicalco fue habitado por personas de diferentes grupos dedicados a diversas actividades económicas y pertenecientes a distintas clases sociales. Aquellos que ostentaban el poder político y religioso, ocuparon los espacios ubicados en la parte superior del cerro, en el área que conocemos actualmente como la Acrópolis y las plazas adyacentes: la Plaza Principal, donde se encuentra la Pirámide de las Serpientes Emplumadas, así como la plaza de la Estela de los dos Glifos. (Figura 2)

En dichos espacios se ha recuperado una serie de materiales arqueológicos, que nos permiten inferir el papel que las mujeres desempeñaron durante la vida de la ciudad.

La asociación entre lo femenino, la fertilidad y la tierra, es una idea cosmológica característica de los mesoamericanos, así como de innumerables sociedades que encontraron en la agricultura, su principal fuente de sustento.

En Xochicalco se han encontrado dos esculturas femeninas de relevancia, lo que sugiere que sus imágenes estuvieron presentes en la mente de los habitantes de la ciudad.

Una escultura hallada en un pequeño altar, posiblemente una deidad, está asociada directamente a la roca del cerro. Representa a una mujer sentada sobre sus piernas, ataviada con un camisa rectangular y falda o enredo que la cubre hasta los tobillos. A pesar del deterioro en los rasgos faciales, es posible distinguir la mutilación dentaria característica de la época, en la que los incisivos superiores sobresalen del resto de la dentadura (también conocida como “mutilación dentaria en forma de “T” y que es muy frecuente en las mujeres) (Figura 3).


Figura 2. Plano general de Xochicalco con los sectores mencionados en el texto..


Figuras 3 y 4. Escultura que probablemente representa a la diosa de la tierra y nicho donde se encontró.

Más que la escultura, es su contexto lo que llama la atención: el altar ubicado frente a un pequeño recinto excavado en la roca, parece semejar una cueva que sugiere la presencia de una diosa madre, una diosa de la tierra (Figura 4).

Otra figura, muy semejante, fue hallada al oeste de la ciudad, en el Cerro de la Malinche; consiste en una pieza de silueta cuadrangular, que al frente nos muestra una mujer en posición sedente con las manos sobre sus rodillas, ataviada con quechquemitl y falda. La representación de esta mujer se encuentra enmarcada por lo que parece el vano de un acceso a una estructura arquitectónica. En este caso, los elementos iconográficos que adornan este elemento nos sugieren una asociación con la vegetación y la fertilidad; plantas con flores y mazorcas de maíz se observan tanto en el frente como a los costados de la escultura (Figura 5).

 
Figura 5. Posible representación de Xochiquetzal debido a la cantidad de flores y plantas que adornan la escultura.

Una actividad que siempre se identifica con una función masculina es la guerra y respecto al tema, en Xochicalco, es la Pirámide de las Serpientes Emplumadas el monumento que nos muestra una amplia iconografía asociada al aspecto militar; tanto en los laterales de las alfardas, como en los muros de lo que fue el templo (parte superior), observamos la representación de personajes que portan escudos rectangulares y dardos o lanzas. En la esquina noroeste del templo, se aprecia una figura humana femenina de pie que porta lanza y escudo cuadrangular, y de su espalda cuelga la parte media superior de un mamífero, a manera de capa (Figura 6).

 


Figura 6. Dibujo de la representación de la guerrera, fotografía de la esquina noreste de la Pirámide las Serpientes Emplumadas. Fotografías de Mauricio Valencia Escalante.

Su vestimenta consiste en una especie de camisa y falda o enredo que la cubre hasta los tobillos, vestimenta propia de una mujer, porta una lanza, por lo que podemos afirmar que se trata de una mujer guerrera; el contexto en el que se representa en este monumento es acompañando a un numeroso grupo de guerreros. Cabe recordar que en Mesoamérica abunda la evidencia de mujeres guerreras y que además debió haber mujeres que acompañaran a los ejércitos (las antiguas “adelitas”: Garza, 1991:45).

En los códices genealógicos mixtecos, en crónicas de la conquista (Díaz del Castillo, 1985:441), así como en la piedra de Tizoc (op. cit: 45-46), se tienen múltiples ejemplos de esta labor desempeñadas por mujeres.

Objetos arqueológicos abundantes en los sitios arqueológicos, son las figurillas con representaciones de hombres y mujeres elaboradas en arcilla, pero en Xochicalco son mucho más abundantes en piedra y muy escasas en arcilla. Contamos con 487 piezas del tipo que denominamos xochicalca, porque hay otros tipos. Las 487, se pudieron clasificar por sexo con base en su indumentaria, ya que el sexo no está marcado. La indumentaria ya fue descrita en las esculturas, es decir, una camisa de forma cuadrangular que les tapa hasta los puños y una falda o enredo que les llega hasta los tobillos en el caso de las mujeres y las representaciones de hombres no llevan nada de ropa, algunas veces una banda arriba de la entrepierna. Esto facilita la identificación, ya que piernas y brazos desnudos siempre son de hombres y en total se identificaron 343 figurillas, de ellas 183 hombres y 159 mujeres, cifras que no permiten indicar cuál es la prevalencia del sexo (Figura 7).

 
Figura 7. Figurillas femenina (izquierda) y masculina (derecha) recuperadas durante las excavaciones del sitio. Fotografías de Mauricio Valencia Escalante.

Otros objetos que con frecuencia se encuentran decorados con representaciones femeninas y masculinas son los incensarios efigie, objetos de uso ceremonial presentes en diversas áreas de la ciudad, con variantes en cuanto a la forma general del incensario y a la alcurnia de las efigies representadas, ya que las del sector de Loma Sur llevan atuendos más sencillos y en los de los sectores superiores los atuendos más elaborados (Figura 8).

  


Figura 8. Incensarios efigie con personajes femenino y masculino. Arriba, personajes elegantemente ataviados y abajo con vestimenta más sencilla

Se considera que estas representaciones, tanto las figurillas como los incensarios efigie, podría ser un símil de lo que actualmente se hace en las familias actuales, que conservan las imágenes de los seres queridos en pinturas o fotografías.

Es interesante la distribución en que se encontraron estas piezas arqueológicas, ya que como la ciudad fue destruida y a pesar de que todo fue saqueado y arrojado, de todas maneras hay una cierta distribución homogénea que nos lleva a pensar que el sitio del hallazgo era el que tenían originalmente y que la equivalencia social era igual entre hombres y mujeres. Por otra parte, es interesante el hecho que estos objetos no eran exclusivamente de las élites, ya que el sector de la Loma Sur es la zona habitacional de las terrazas inferiores y ahí se encontraron también las piezas de este tipo.

 

Distribución de las figurillas y en incensarios efigie en Xochicalco.

 

Figurillas

 

Incensarios

Sectores

Mujeres

Hombres

 

Mujeres

Hombres

Acrópolis

8

8

 

1

0

Loma Sur

5

6

 

5

2

Sector A

2

3

 

0

0

Sector B

70

95

 

0

2

Sector C

2

3

 

0

0

Sector E

2

7

 

0

1

Sector F

1

0

 

0

0

Sector G

63

52

 

0

1

Sector H

1

2

 

0

1

Sector I

3

4

 

0

0

Sector J

1

0

 

0

0

Sector K

0

2

 

0

0

Sector N

0

1

 

0

0

Sector L

2

0

 

0

2

Total

160

183

 

6

9

 

Gracias al análisis de los restos óseos, llevado a cabo por los antropólogos físicos, se corrobora el sexo de los hallazgos de las osamentas en determinados contextos arqueológicos. La presencia de estos restos asociados a sitios relevantes de los grupos gobernantes ratifica la relación de mujeres con estos grupos en el poder. Esto queda demostrado por el hallazgo de varios restos de hombres, mujeres e infantes que se rescataron del Pórtico G5, ubicado en la plaza principal, frente a la Pirámide de las Estelas y que se presume huían de quienes destruían y saqueaban la ciudad (Figura 9).

Acorralados en el pórtico, estos individuos fueron ejecutados a golpes, como lo demuestran las pruebas realizadas por la Dra. Carmen Pijoan (comunicación personal). Fueron también despojados de sus pertenencias, ya que no se encontró ningún objeto asociado a sus cuerpos. Posteriormente, sus ejecutores quemaron el edificio que se derrumbó sobre sus cuerpos.

 
Figura 9. Restos óseos en el pórtico G5

Esta acción, que podría parecernos cruel, parece tener su explicación en el sentimiento que debieron despertar ciertas costumbres de los políticos o gobernantes xochicalcas; en el Pórtico I 4, que forma parte del acceso a la Plaza Principal, se ha logrado determinar la presencia de una singular decoración aparentemente ordenada por el grupo en el poder.

En este pórtico se encontraron restos óseos de 39 individuos, tanto hombres como mujeres, conformados por cráneos, pelvis y huesos largos, tanto de piernas como de brazos, perforados y amarrados entre las distintas partes de los huesos y a su vez colgados del techo, simulando una especie de títeres, que posiblemente advertían a visitantes y súbditos de la suerte a la que se enfrentaban aquellos que se atrevían a oponerse al gobierno (Garza et al, 2003,Vol I:191-198) (Figuras 10 y 11).

  
Figura 10. Pórtico I4 con restos humanos

 
Figura 11. Interpretación de la posición de los restos óseos del pórtico I4.

Hemos dejado al último la única escena histórica definida hasta el momento en Xochicalco, donde uno de los protagonistas más importantes es sin duda una mujer, de quien conocemos su nombre calendárico: la Señora 3 Mono.

El nombre de esta mujer se encuentra mencionado en la Lápida de Coatlán (expuesta en el Museo Regional Cuauhnáhuac) (Figura 12): Comenzaremos la lectura de dicha lápida, de manera arbitraria, por la esquina superior derecha, donde se ve un topónimo que consiste en una banda en forma de “U” con base y costados rectos. Probablemente representa un recipiente o un río cortado transversalmente; en su interior tiene un ave, que por la forma del pico y plumaje, puede ser un loro; en su conjunto se lee como el Lugar del Río del Loro.


Figura 12. Lápida de Coatlán. Museo Cuauhnahuac

Abajo de este topónimo se encuentra una casa, que junto con el anterior se lee como el Pueblo del Río del Loro. En el interior de la casa está la fecha “3 mono”. Como base de la casa hay dos líneas paralelas, en cuyo interior presentan huellas humanas, que marcan indudablemente un camino.

Andando sobre ese camino figura un hombre, cargando un bulto del que sale una cabeza. En códices y fuentes del XVI se hacen innumerables alusiones a que las novias eran trasladadas a cuesta a la casa del novio (Sahagún, 1956, II:155). Probablemente la fecha día “3 mono” sea el nombre de la novia.

El camino representado conduce a otro topónimo formado por tres lados rectos (lateral, base y tapa) y uno escalonado. En su interior presenta la cabeza de un ave, que en este caso no se puede identificar, pero como veremos más adelante es la cabeza de un guajolote y es el glifo nombre de Xochicalco (Garza, 2002:56-57).

Sobre el glifo escalonado vemos a un personaje sedente, adornado con un tocado de plumas y pectoral redondo, indicando su alta alcurnia. El glifo que lo acompaña se puede leer como “2 movimiento”. En la parte central y superior de la lápida se encuentra su sobrenombre: un hombre cargando un medio juego de pelota que en su interior tiene medio sol, y nuevamente el glifo “2 movimiento”, conjunto que interpretamos como el “Señor 2 Movimiento, Cargador del Universo” (Op. Cit).

En el centro de la lápida se observan una serie de fechas que leeremos de arriba abajo: año 4 Casa, día 10 Zopilote, probable fecha en que se concreta el enlace entre el linaje de la Señora 3 Mono, del Río del Loro y el linaje del Señor 2 Movimiento, Cargador del Universo del linaje de Totolhuacalco (Xochicalco) (Op. Cit.) y 13 años después en el año 4 Conejo del día 6 pierna arriba la Señora 6 Mono a Totolhuacalco.

Este evento fue de tal trascendencia que su representación se repite en otra lápida, encontrada en Xochicalco en 1994 (Figura 13), en la que podemos ver un personaje que se dirige a un palacio, en cuyo interior se encuentra una mujer sentada y la fecha año 2 Conejo y día 6 Pierna. (Figura 14). Recientemente se encontró una estela en el atrio de la iglesia del pueblo de Tetlama en Morelos, en las cercanías de Xochicalco, que también tiene representado al Señor 2 Movimiento y un largo camino, donde dos personajes llevan en andas a la futura esposa del señor de Xochicalco (Garza, 2015).

 
Figura 13. Lápida rescatada en Xochicalco en 1994.

 

 
Figura 14. Lápida de Tetlama

 

Conclusiones

La frecuencia de la representación de mujeres en diferentes contextos nos señala que su papel en las sociedades indígenas durante el pasado prehispánico, no se limitaba únicamente al ámbito doméstico, sino que también ocupaban un papel importante en la política, la economía, la guerra y la religión.

Lo anterior es uno de los rasgos comunes a la cultura mesoamericana en sus diversas variantes regionales; así, en el área Maya vemos representaciones de mujeres gobernando, dirigiendo e incluso conspirando desde las esferas más altas del poder. Entre los mixtecos o nahuas del Centro de México, en el posclásico, las mujeres también fueron guerreras y gobernantes, como lo vemos en los códices y esculturas.

Queda claro que la mujer desempeñó actividades diversas además de las otorgados de manera “natural”, como la maternidad, que si bien fue apreciada socialmente desde el punto de pista simbólico-religioso, no parece haber constituido una limitante para otras actividades y funciones de la mujer.

Lo anterior nos lleva a reflexionar sobre el impacto que tuvo el choque de culturas entre los mesoamericanos y los españoles. Para esta época y hasta hace poco, las españolas no podían heredar y usufructuar su herencia sin el permiso de sus maridos, en tanto, las mujeres mesoamericanas eran de hecho las herederas de las tierras, las cuales que pasaban de madres a hijas y la propiedad se mantenía en la misma familia. Se da el caso del casamiento entre hermanos para mantener esas propiedades y en ese sentido los maridos no conservaban ningún derecho sobre lo heredado. Por otra parte, en la época prehispánica, las mujeres se podían separar del marido, mientras que en España, incluso hasta hace pocos años no era permitido el divorcio.

Por otra parte, los conquistadores establecieron para las mujeres una serie de limitantes en cuanto a actividades económicas y el acceso a la tecnología. Por ejemplo, les era vedado el uso del telar de pie y el torno para la manufactura de la alfarería. En estos dos casos la mujeres indígenas seguían usando su ropa, que ellas elaboraban, y en cambio a los hombres los obligaron a usar pantalones de manta blanca de determinado número de hilos, lo que generaba cuantiosas ganancias a la corona Española

Desde el punto de vista metodológico, al abordar cuestiones de género, quizá la arqueología deba prestar mayor atención a los recursos que se allega como base primaria de información y apoyarse en diversas fuentes documentales y en la etnografía, analizando de manera crítica los modos de vida del pasado.

 

BIBLIOGRAFIA

Díaz del Castillo, Bernal

1985    Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. Colección Austral         1274, Editorial Espasa-Calpe. España.

Garza Tarazona, Silvia

1991   La mujer Mesoamericana. Editorial Planeta Mexicana.

2002   “El nombre de Xochicalco antes del siglo XVI: ¿Totolhuacalco?”. Arqueología                Mexicana, Vol. X, núm. 55:56-57 Editorial Raíces. México.

2009   “Propuesta de la distribución lingüística de Mesoamérica para el Epiclásico (600 a 900)”. En: La lengua y la antropología para un conocimiento global del hombre. Homenaje a Leonardo. Manrique. Colección. Científica 550:39-51. INAH. México.

2015   “Una nueva estela de Xochicalco” Revista electrónica En el volcán Insurgente. www.enelvolcan.com/ediciones/2015/36-marzoabril-2015, pp.31-36.

Garza Tarazona, Silvia; Carmen Pijoan; Josefina Mansilla y Norberto González

2003   “Pórtico I4 de Xochicalco Morelos, México. Localización arqueológica de                       materiales esqueléticos”.Vol.I: 191-198. Antropología y Biodiversidad. Ma. Pilar        Aluja, Asunción Malgosa y Ramón Ma. Nogués editores. Madrid.