2020

Ricardo Melgar Bao, amigo generoso, guia en la senda

 

Recordar significa volver a vivir, a veces tenemos fotografías, otras veces tenemos cartas, lo importante es conservar la memoria viva, el recuerdo de los pasos andados más la experiencia aprendida junto a quien era para nosotros “los melgaritos”, nuestro maestro, compañero, guía y quien compartió, con el ejemplo, su pasión por la investigación.

Hace tantas lunas, que comencé a ver a la noche, preocuparme por su sentido, símbolos y significados: sirva este texto para mantener la memoria.

La primera vez que acudí a sus clases venía de huir de otro curso de rebeliones indígenas, buscando una opción que me fuera más cercana, y encontré los movimientos obreros, las ciudades, sus actores y la noche. Lo urbano como objeto inmediato, los noctívagos, sonámbulos, soñadores y noctámbulos mis informantes, pero antes un preámbulo.


Ricardo Melgar, principios de 1990. Foto: Archivo familiar

 

A manera de antecedente:

Pertenecía a una generación de historiadores que apenas llegábamos a doce; iniciaba el curso de “Ciencias Auxiliares de la Historia I Los Indígenas y el liberalismo”, 5to semestre de la Licenciatura de Historia en enero de 1994; recuerdo que apenas éramos Mercedes, Carmen, Beatriz, Ramiro y seguramente habría algunos más, no los recuerdo en este momento, estábamos en la que fuera nuestra aula, ubicada en el tercer piso del edificio principal de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, el último salón, se abría la puerta,  llegó el  profesor muy formal con sombrero, erguido y listo a dictar la sesión pero también las reglas, haciendo uso de su carácter y un dejo de humor sarcástico, “aquí no se fuma, aquí los problemas se quedan atrás de la puerta”; afortunadamente no había celulares, por lo cual no fueron prohibidos, y la otra regla: la sesión inicia en punto de las 9 de la mañana, la tarea era leer en donde se pudiera hacer fichas y analizar, preguntar y volver a analizar.

Todos dispuestos a comprender el indigenismo, liberalismo y nacionalismo, eran momentos importantes, recientemente se aprobaba el TLC (Tratado de Libre Comercio), las rebeliones étnicas comenzaron o se visibilizaron, Chiapas se develaba como el movimiento por la autonomía y la igualdad, la pregunta de entonces era qué pasaba con los movimientos indígenas del sur de México, en una perspectiva internacional, latinoamericanista, y el Dr. Ricardo Melgar, filósofo, historiador y antropólogo ya llevaba borradores de sus siguientes artículos.[1]

La clase revisó los movimientos sociales en el siglo XIX, pero contrastando fuentes históricas, geográficas, literarias e inclusive la crónica.

Producto de la lectura de textos históricos, antropológicos y literarios comenzó entonces mi fanatismo por Manuel Payno y Los Bandidos de Río Frío, pero también mi pasión por la investigación subrayaba todo aquello que relacionara la vida cotidiana con los procesos sociales. Al final del semestre inicié los trámites para llevar a cabo el Servicio Social, entonces, Ricardo confiaba en mí, al menos eso pienso, me facilitó mi primera computadora portátil, una laptop que pesaba casi 3 kilos, se le insertaba el sistema operativo junto con el Word Perfect y el disco de trabajo, es así como inicié mi servicio con uno de los investigadores más importantes de la ENAH, del INAH, la tarea era recuperar noticias en la Hemeroteca Nacional acerca de los movimientos indígenas o solo de indígenas del siglo XIX. Ricardo, en ese entonces pagaba una renta a un paisano suyo por esa máquina, al término del servicio Ricardo ya contaba con una computadora en su cubículo de la UNAM, en Estudios Latinoamericanos, donde también acudimos en busca de asesoría.

Al tiempo llevamos las Ciencias Auxiliares II, igualmente con Ricardo, fue cuando iniciamos junto a él un nuevo proyecto indagar sobre la noche, en la historia, la antropología, la literatura, una visión que recorriera desde el siglo XIX al XX, para los que nos interesaba la investigación abrió el Proyecto de Investigación Formativa: La Colonización de la Noche.

 

La Colonización de la Noche

Desconozco que problemáticas habría tenido nuestro mentor con el Academia de Historia, pero nuestro Seminario La Colonización de la Noche, en otoño de 1994 fue en la licenciatura de Antropología Social, estaba como coordinador Gustavo Vargas, para entonces el grupo lo formábamos Ramiro Patiño (historiador) las noches festivas, Beatriz Dávalos con el tema de mecanismos de control social nocturnos, Olga Raquel Herrera Uribe (etnohistoriadora), con su trabajo sobre La Llorona: caleidoscopio diacrónico y sin fronteras y yo preocupada por la Dinámica social en los espacios públicos nocturnos, al siguiente año, en la primavera de 1995 se incorporaron Gustavo Gutiérrez Sánchez antropólogo social, su tema Hotelería, trabajo oculto, Oscar Solorzano con el tema de Lilith, la mujer negada y Karla Mecott que tenía el tema de los sueños de los niños.

En otoño de 1995 comencé como su adjunta, seguíamos trabajando el tema de la noche, nos preocupaba la nueva generación y sus temas, teníamos dos turnos Ricardo en el matutino y yo en el vespertino, fue entonces que tuvimos la oportunidad de asistir al V Congreso de Historia Regional en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde participaban alumnos exmelgaritos de la ENAH Chihuahua como Ricardo León García;  por la ENAH acudimos Ricardo, Alejando Pinet,  Franco Savarino, Rafel Pérez Tylor e Isaura García, momento inolvidable logramos la publicación del primer Cuaderno de Trabajo: La colonización de la noche,[2] Ricardo demostraba el etnocentrismo diurno, pionero en el tema de la nocturnidad colonizó las noches urbanas con textos como “Construcción de la noche en la Ciudad de México, vida cotidiana y simbólica de la nocturnidad”, donde descubrió las complejidades del tiempo nocturno.[3]

Considero que es importante subrayar que desde el inicio el trabajo del seminario fue en equipo, todos investigábamos los temas de todos, íbamos muchas veces a la biblioteca juntos o en distintos horarios pero siempre en busca de lo que la noche histórica nos deparaba, como antecedente teníamos la reflexiones constantes de Ricardo que en aquellos momentos, había diseñado un proyecto global donde teníamos participación y el mismo fue sometido a concurso para la obtención de recursos; como muchos proyectos no pudimos obtener el registro, la causa el proyecto se había extraviado y eso que se enviaban varios juegos; poco después la investigación sobre el Niñopa dirigida por el profesor César Huerta,  ganó recursos Conacyt o tal vez fue en el siguiente año; lo importante es que el recurso alcanzó, el de ellos, para que nosotros tuviéramos acceso a una computadora más actualizada que aquella 386 que tuvimos por años, también nos llegó una impresora láser  que mi querido maestro César cambio al personal del Archivo por una impresora de punto, para nosotros lo importante en aquellos momentos era tener una impresora.

Este es el tiempo para contar que en el cubículo compartían el espacio tres equipos el del maestro Alfredo Tecla, el Maestro César Huerta (†) y el Doctor Ricardo Melgar todos docentes de tiempo completo de la licenciatura de Antropología Social, quienes tenían un ayudante de investigación César tenía o había tenido, pero ya era profesor de la ENAH, a mi amigo y muy extrañado José Luis Badillo (†) que también nos dejó el pasado mayo; el ayudante del Mtro. Tecla era también José Luis, quien fue el primero en migrar a otra universidad, nos visitaba cada martes para seguir con su semanario y yo Isaura adjunta de Ricardo.

Los temas sobre la noche urbana nos desbordaban, el PIF: La colonización de la noche recibió una generación mixta entre etnólogos, antropólogos sociales, historiadores, un total de 16, entre ellos recuerdo a Claudia Álvarez, Antonio Zirión, Mónica Araiza, Cecilia Fernández, Alejandra Rogel, Roxana Rodríguez Bravo, Claudia Álvarez, Cecilia Pérez, Sara del Olmo, Mayra Sabag, Jacobo Mateos y muchos otros; el seminario cambio de nombre a la Construcción simbólica de las noches urbanas. En estos años nos preocupaba la investigación sobre los elementos simbólicos de la noche, la luna, las sirenas, los sueños, los mitos, la cultura prostibularia, la cara oculta de la droga, el grafiti pero también la historia de la noche urbana, los noctívagos, los sonámbulos, los que sueñan, los bohemios, los calaveras, los actores sociales de la noche, las fantasmagorías nocturnas, las brujas, la demonología, las prácticas mágico-religiosas al igual que la apropiación social y simbólica del espacio, las temporadas de campo se realizaban en la avenida Circunvalación, el mercado de la Merced y la iglesia de la Soledad; en algunos recorridos de campo nos acompañó Dahil, que desde entonces mostraba mucha capacidad para observar, aguante para caminar, amor por la antropología social. En esos trabajos de campo, Antonio Zirión inició con talleres para fotografía dirigidos a los chavos de la calle, no recuerdo que alguno de nosotros llevara una cámara fotográfica.

La búsqueda era por algún elixir, práctica, actividad que fuera detonante en nuestra intuición, más las lecturas sobre la historia nocturna, el erotismo, la modernidad, la globalización, todo para que pudiéramos desarrollar una tesis de licenciatura, y él preguntaba por algún remedio para el letargo del tesista.

Desde aquí mi agradecimiento a quien me escuchó y caminó junto a mí, no sólo para terminar mi trabajo de tesis, sino para aprender a ser historiadora y antropóloga, ser guía de otros, escuchando sus consejos, leyendo sus textos, aprendiendo del epistolario moderno: el correo electrónico. Ricardo tuvo que cambiar de aires, y por cuestiones de salud cambió su adscripción al INAH en Cuernavaca, Morelos, pero mantuvo contacto y sobre todo las lecciones para seguir con su trabajo en el Proyecto de Investigación Formativa: La construcción simbólica de la noche urbana.

Como herencia nos quedan sus textos, su rigurosidad, su disciplina, sus saberes, además de su generosidad, siempre alegre, dispuesto a la asesoría, compartir bibliografía y sugerir lecturas.

 

[1]    Publicó “Chiapas es Indoamérica”, en la revista Memoria, abril, 1994.

[2]    La colonización de la noche. Cuaderno de Trabajo /33. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1997.

[3]    Melgar, R. “Construcción de la noche en la ciudad de México. Vida cotidiana y simbólica de la nocturnidad”, en Actas del V Congreso Internacional de Historia Regional. México: Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. 1995.