Número 5

15 dos los vínculos sociales entre éstos. Más de treinta años después, las madres siguen repitiendo:”vivos los llevaron, vivos los queremos”.”Están locas!”, de - cían. Ellas contestaban: “es justo para no volvernos locas!” 11 .En la misma línea se coloca lo que expresan nuestros indios, esos profesionales de la resistencia al borramiento y a la complicidad con el crimen, y por ello profesionales de la esperanza, cuando dicen ---no treinta, quinientos años después- : nunca más un México, un mundo, una humanidad sin nosotros. Sin todos nosotros, incluyendo a nuestros muertos y a los todavía por nacer. O lo que es lo mismo, y su - giere Marcola: habrá humanidad para todos, o no la habrá quizás para nadie. El ejercicio del horror provoca siempre sin-sen- tido. Culpabilización de las víctimas (“por algo le ha - brá ocurrido eso”) Desamparo. Soledad. Denegación. Repudio (“hay que exterminarlos en caliente”) Un si - niestro abanico de recursos psíquicos para poner el horror afuera, y permanecer alucinatoriamente más allá de su alcance. Borramiento del crimen. Obtura - ción del pensamiento. Porque el terror no atañe sólo 11 Cfr Bonafini, H., Historias de vida, Buenos Aires, Fra- terna, 1985. de la pérdida o la mutilación de la vida, sino esencial - mente a la pérdida misma de lo perdido . Golpea sobre “la memoria significante colectiva que estructura la humanidad de un grupo inscribiendo a sus muertos”, dice Piralian 12 . Tributo de dolor, el terror en todas sus formas marca, pero al mismo tiempo obstaculiza el trabajo de la memoria, al quebrar los vínculos socia - les actuales, pasados y futuros. Y abre, asimismo, a una extraña clase verdad: lo que aún no se ha expe - rimentado, y se teme como futuro, es algo que ya ha ocurrido. Una verdad que exige la elaboración minu - ciosa de algo así como una geografía y un memorial de lo impensable. In-dignarse contra la violencia y la injusticia. Nombrar e inscribir a los excluidos. Recons - truir los por qué, los quiénes, los lazos horizontales y transversales del pasado, el presente y el futuro. Reapropiarse la historia y los espacios. Señalar, res - ponsabilizar y penalizar al agresor -que no es nunca una mano invisible-. Estas, creo yo, son algunas de las líneas por las que discurre, hoy como ayer, la empre - sa humana, esencialmente pública y colectiva, de la construcción democrática como resistencia, límite y alternativa a las múltiples formas del terror. 12 Cfr Piralian, H., “Genocide et transmision. Sau- ver la morte”. Rapport au Colloque Centre National de Recherche Scientifique-MIRE, Rencontres avec la psychanalyse,les fonctions du pére, Paris, mayo de 1987. Cit. por Käes, R.,Op Cit.

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