Número 6
32 te en construcción, donde los pasos, incluso aquellos en falso, nos orientan para acercarnos a la realidad y a la explicación de su movimiento. La aproximación a la realidad desde la Ciencia que evade a los factiches , que asume todo conocimiento vigente como falible y digno de ser colocado a refutación, es metafórica - mente hablando, la de líneas asintóticas que tienden a juntarse pero que se prolongan hacia el infinito, por un lado la línea de la realidad, y por el otro la del conocimiento científico con pretensiones de explica - ción y refutable en principio, de hecho, es probable que incluso lleguen a cruzarse. Quizá como nunca antes en la historia de la hu - manidad resultamos como sociedad mundial —que no global— 3 , la más responsable de nuestros actos. No sólo nos encontramos ante un estadio filosófico y científico, sino tecnológico, inédito. La magnitud explicativa y realizativa alcanzada respecto a la rea - lidad nunca antes logró tal nivel, ni las expectativas de continua complejización y crecimiento. A pesar de esto, en la macrofísica social, la organización para producir nos ha llevado al grado de encontrarnos ante la posibilidad real de destruir al mundo, a la vida humana y con ello a la razón en sí. El intelectual desde su medio particular de estu - dio tiene ante sí, la posibilidad de observar y expli - car hasta donde sus capacidades le permitan, desde el punto que elija en el Horizonte Social Pretérito y Presente, largos períodos de transformación social. Puede otorgar a la sociedad en que vive, la visión de los procesos sociales que nos han llevado hasta donde nos encontramos. Puede encontrar historias ejemplares para traer hasta el presente, ejecutar la práctica historificante que del pasado recoge aque - llos elementos que en el ahora nos permitirían vis - lumbrar transformaciones en el orden cotidiano, para la realización del bien-estar, de la vida buena. El intelectual si bien no podrá sólo en esto último, sí puede participar desde su práctica en el acercamien - to de la posibilidad realizativa. 3 Véase Almeyra (2002:299 y ss.). La práctica del intelectual , comomuchas otras que pretenden verdad y validez científica, se mantienen en nuestra sociedad frente a un denso dilema respec- to a su proclividad permanente a fetichizarse y asumir que son práctica para sí y no práctica para algo más, para alguien más. Fundamentalmente las ciencias que aún resultan relevantes a los intereses del abatido Es - tado de comienzos del tercer milenio, se condensan en un proceso que sedimenta sus esfuerzos por la lucidez, en la ritualización de sus actos, sancionados por la cada vez más espesa burocracia que determina implacable la forma y proscribe solemne el contenido. La práctica intelectual normal o tradicional se encuentra acompasada de un objetivo cognitivo clave, la descripción , en este contexto se deriva en una práctica intelectual que ensancha los inventarios formales y da paso a incontables monografías que cuando no sólo olvidan, denostan el contenido de la práctica científica, regularmente en aras de “contar con proyecto de investigación sancionado por las au - toridades del dinero”. En la formación de nuevos in - vestigadores resulta más importante el “cumplir con la materia asignada”, que poseer el manejo de los órdenes ontológicos, epistemológicos e incluso me- todológicos que permitan a la comunidad académica en formación, gestar nuevo conocimiento, uno de ín - dole crítico. En general, se tiende a informar y no a formar. En la práctica profesional se dogmatiza la ne - cesidad de la producción de vastos “informes” don - de se puntualiza con creces en torno a descripciones —y donde el objetivo es regularmente “conocer más la cultura x ”—, que en la necesidad de la explicación de procesos sociales. La descripción es pues, sólo un primer paso, necesario pero insuficiente; el proceso de institucionalización no sólo ensalza éste primer momento, sino que lo ritualiza, lo transforma en pé - treo y sin objetivo postrero. Con esto, el daño resul - ta mayúsculo, pues considerando que los contextos sociales y culturales son únicos, y que el proceso de investigación y registro es una actividad irrepetible y en casos, radicalmente transformadora del medio de estudio, al no contar con objetivos científicos de con -
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