Número 6

34 tenido, no sólo no se encuentra orientado el proceso de registro, sino que se pierde para siempre en estos casos, la posibilidad de pretender una práctica inte - lectual de corte científico de contenido que cuente con la posibilidad de volver otra vez a acometer en la investigación los mismos contextos. Para que la Ciencia pueda operar es preciso que tengamos la capacidad de saber cómo producir co- nocimiento científico y cómo poder evaluarlo. Si no podemos construir las posibilidades de evaluación entonces no tendríamos acceso a conocer qué cami - no tomar, cuándo estamos mal o bien. Un acceso al conocimiento científico que podemos evaluar por - que se puede refutar si se aplica a contextos cada vez mayores para ponerlo a prueba, es la explicación . La interpretación bien puede ser un momento pre- vio intermedio entre la descripción y la explicación , pero no suficiente. La Ciencia Social tiene al igual que la Ciencia Natural, la posibilidad de la explicación ( erklären ) y que no se puede limitar al estilo diltheya - no (Dilthey 1990) a ser solamente Ciencia del Espíri - tu, con pretensión de interpretación ( verstehen ). Ahora bien, si bien la explicación es una acción suficiente de acceso al conocimiento científico, no es suficiente para acceder al conocimiento crítico. Para ello no basta sólo con el encono, o con animarnos desde el ánimo súbito, o quizá con la declaración de pertenencia a un grupo académico crítico, con man - tener lazos filiales o de interés de grupo con algún autor que ya practica la crítica socialmente acepta - da, ni tampoco basta con advertir en el discurso que se es crítico. Cómo se accede a la crítica para que en realidad sepamos que lo que estamos realizando es precisamente esto y no cooperación para una vuelta más a la tuerca del sistema hegemónico vigente. En primer lugar debemos rechazar a la descrip- ción como objetivo cognitivo último, por mantener como fin la configuración de la forma. Considerar en segundo lugar que la interpretación tampoco nos es necesaria como objetivo final, por tener la posibili - dad permanente de la metaforización extrema (Beu - chot 2005), lo cual resulta peligroso por resultar am - biguo. En tercer lugar entender que la explicación sin praxis es el acercamiento a la naturalización de los fenómenos de la realidad social. Así, para lograr el ascenso 4 a la crítica es necesa - ria una postura que descubra, que revele, que consi - dere todo ajuste de lo vigente como “sospechoso”. Es necesario mantenerse permanentemente bajo ideas constantes de negatividad, heurística dialécti - ca que considere lo más aparente cómo el ámbito de lo formal que encubre cuando se manifiesta como lo “verdadero sempiterno”, a la realidad. Para ejercer la crítica es preciso situarse no sólo en el contexto social biográfico e institucional al que el intelectual pertenece, sino también es preciso ubi - carse en la Historia. Reconsiderar que cuando hace - mos crítica desde la periferia de múltiples centros hegemónicos en la Historia, como lo hacemos los intelectuales latinoamericanos, es preciso comenzar por considerar la necesidad del pensamiento decolo- nial (Mignolo 2011), un pensamiento que se asume desde la periferia de la constitución del lo centros mundiales, contamos con una gran tradición histó- rica, primero con respecto a la España del XVI como inaugural centro del sistema-mundo, más tarde con Inglaterra y Holanda, para ahora serlo respecto a E.U. y las demás centralidades que ya se fraguan. Hace - mos ciencia desde un lugar en la Historia, no desde la inmediatez, es preciso desatarse del poste del mo - mento presente como único punto de enunciación. Una vez reconocido el lugar desde donde se hace ciencia, es preciso ejercer la crítica desde una posi - ción valorativa que permita desencajarse del centro del orden hegemónico a través de la astucia de la razón, colocándose en la exocentricidad intelectual. Nada es crítico si no parte de la exterioridad del sis - tema vigente . Debemos reconocer que absolutamente todas nuestras conductas como intelectuales se manifiestan bajo un orden de eticidad, normadas por la seudocon - 4 En el estilo hegeliano de la palabra, de elevarse de lo abs- tracto a lo concreto.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=