Número 8

41 creación de una Secretaría de Cultura sin mostrar los estudios, diagnósticos y análisis del estado actual del sistema educativo nacional integral. Tampoco mues - tran un análisis crítico de lo realizado y consolidado por el CONACULTA en las dimensiones restringidas en que opera. De tenerlas claras, seguramente irían por una ruta muy distinta a la formación de una Se - cretaría de Cultura, pues lo que se necesita son apo - yos y estímulos para la producción y reproducción de sus actividades de vida, que no son muy distintas a las de otros tantos sectores de la producción. Pero que -por condiciones impuestas por el sistema neo - liberal- no cuentan con los beneficios de los grandes monopolios u otros empresarios que tienen el sufi - ciente poder para hacer valer sus ambiciones frente a la SHyCP, la SEMARNAT, FONATUR, etcétera. En el discurso de AMLO, por otra parte, no deja de llamar la atención el uso comparativo de la alego - ría de un ángel para referirse a Elena Poniatowska, no sólo porque de suyo es equivoca, inadecuada y hasta, se podría presumir, perversa, ya que recurre a un figuras celestial para avalar la toma de una deci - sión: el establecimiento de una Secretaría de Cultura que puede no recaer en ella. Pero el mensaje divino sobre la creación de esa dependencia y de quien la ocupe ya está mandado, independientemente del partido que llegue al poder y la persona que desig - nen para dicho cargo. La expresión de AMLO sobre lo que espera de la cultura exhibe la pobre concepción que tiene so - bre la misma. Aunque hay que decirlo con todas las palabras: Ésta no es una posición exclusiva de él. La comparte con todos los políticos que militan en los diferentes partidos. Para ellos, la cultura es algo que existe fuera e independientemente de la realidad; es omnipresente y omnipotente. Por eso, creen que para realizarse sólo necesitan que “alguien” la res - taure en su lugar. Esa confusión que tiene MORENA y todos los partidos sobre lo que es cultura o lo que se pueda designar como tal, se expresa nítidamente cuando exponen su programa de cultura con los siguientes enunciados: “La democratización del acceso a la cul - tura”; “el reconocimiento de los derechos de los pú - blicos, el de los creadores y el de los promotores, por encima de las inercias burocráticas”; “fortalecer el papel del arte y la cultura en el desarrollo de nuestro pueblo, cuando en la actualidad se les trata como un adorno, como un accesorio o como un simple nego- cio del espectáculo”; “apoyo a las actividades de in - vestigación, preservación y divulgación del patrimo - nio cultural o sea al Instituto Nacional de Bellas Artes y de otras instituciones federales y locales”; “otorgar el lugar que les corresponde a las culturas indíge - nas”; “estimular la creación artística a través del Fon - do Nacional para la Cultura y las Artes”; “aplicar un amplio programa de becas para escritores, actores, bailarines, cineastas, pintores, artesanos, escultores, productores de videos, músicos y promotores cultu - rales”; “democratizar los medios de comunicación”; “competencia para que no se concentre el manejo de información en unos cuantos”; “otorgar permisos y concesiones para la operación de estaciones de radio y televisión dedicadas a la educación, la cultu - ra y las comunidades indígenas”; “cobertura nacio - nal para el Canal 11, el 22, Radio Educación, Radio UNAM, el Sistema IMER y otros medios de comuni - cación alternativos”; “apoyar la producción, distribu - ción y exhibición de películas mexicanas de calidad”; “fomentar la lectura, con un fortalecimiento a la red de bibliotecas, salas de lectura y librerías”. Así, MORENA pone su agenda de “cultura” que en nada dista de las presentadas por el PRI y el PAN. No hay un gramo de crítica a estos más de 20 años de acciones neoliberales sobre el sistema educativo nacional y lo que ha implicado el CONACULTA. Con todo esto, podemos parafrasear a Bolívar Echeverría para decir que MORENA “ni supera el vie - jo equívoco de las izquierdas soviéticas y chinas de confundir la necesidad de una autonomización de la actividad cultural -el proceso/producción/consumo cotidiano y de reproducción de la sociedad- con la de la reclusión de esa actividad, una vez autonomizada, en la esfera de las ruling classes ”.

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