Número 11
7 suadir a las clases subalternas se apoya en dispositi - vos que tienen anclajes culturales muy fuertes y efi - caces: las imágenes y los números entre otros. A través de las imágenes se construye al ganador, a la celebridad, al poder mismo, y, al mismo tiempo, se execra y repudia a los disidentes, a los rebeldes, a los contestatarios, a los revolucionarios. Se constru - ye también puntualmente a los “perdedores” en los comicios electorales de 1998, 2006, 2012. Tienen el pecado original de representar a las izquierdas, ni si - quiera a todas, sino a aquellas que respetan el siste - ma político y sus instituciones. Los poderes fácticos en México no son, en sentido estricto, nacionales: tienen mucho de nativo pero también de extranjero. No basta nacer en el país para ser nacional, para ser mexicano en sentido estricto y representar de algún modo los intereses de la nación. La patria de Slim no es la patria de los mexicanos; para él es un territorio más para sus inversiones y sus ganancias. La patria de Calderón –si acaso la tiene- no parece ser Méxi - co, sino la de los banqueros, la de los empresarios nativos transnacionalizados, la de las corporaciones imperialistas. La patria de Peña Nieto no será dife - rente a la de Calderón. En este contexto, los poderes políticos y mediá - ticos saben que una imagen vale más que mil pala - bras, según reza un dicho popular. Tienen la plena convicción de que la imagen destila certidumbre y eficacia en una cultura mexicana que tiene mucho del barroco y del neobarroco contemporáneo. No se equivocan las élites dominantes al usar el poder de las imágenes; saben que ellas cuentan con la fuerza de la afirmación y de la negación, de la veneración o del rechazo, la de la seducción o la del miedo.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=