Número 11

8 La autoridad política y mediática reitera el uso de la imagen bajo la máscara de la seriedad y de una podrida solemnidad con el propósito de disciplinar el pensamiento de los mexicanos, el de los de aba- jo, para usar la metáfora de Azuela o el de la pro- le , según la hija despeñada. Si una imagen expresa lo que mil palabras, una imagen repetida cientos o miles de veces horada nuestro imaginario social. De - bemos mentalizar, reconocer que el enemigo está en nuestros hogares, que cotidianamente martilla a fa - vor de la cultura de la sumisión de muchas maneras, siendo la principal la desinformación y la construc - ción del estigma sobre quienes impugnan el orden establecido. La cultura de la sumisión se expresa tanto en el imaginario como en la fuerza de la tra - dición que orienta los comportamientos. La cultura de la sumisión es inducida por los poderes fácticos en las clases subalternas. La cultura de la sumisión está preñada de las imágenes inducidas por la cul - tura dominante, imágenes que son reproducidas por nosotros en nuestros imaginarios. A contracorriente, la cultura ciudadana dista de ser pasiva. # Yo soy 132 representa el hartazgo juve - nil de las clases medias y medias altas que se ha ex - tendido a otros estratos sociales y que a pesar de su heterogeneidad ha sobrevivido a los ataques físicos priístas, a los intentos de cooptación de sus líderes, a los estigmas mediáticos del duopolio. # Yo soy 132 representa también la más importante fisura en el sistema de dominación política mediática del Méxi - co contemporáneo. Las redes sociales,  a través del twitter y del Face- book , así como a través de los muros callejeros, han hecho circular caricaturas de Peña Nieto, grafitis, ar - chivos sonoros con rolas alusivas al fraude electoral y al poder mediático, videos críticos en YouTube, sin

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