Número 12

25 tración y uniformidad, propiciando su adherencia a la pieza. El siguiente paso consiste en la aplicación de la primera capa de color, mezclando tierras de colores con tóctel (actualmente se utilizan anilinas o colorantes vegetales), procurando una distribución uni - forme de la capa aplicada, que se pule fuertemente con la mano, repitiendo la operación por buen tiempo hasta alcanzar la uniformi- dad y grosor requeridos. Esa capa se deja secar luego varios días antes de la aplicación de la segunda capa de color, que debe ser contrastante. Esta se apli- ca de igual manera que la anterior, con la salvedad de que no se deja secar totalmente, lo que es nece- sario para poder diseñar, general - mente con una espina de maguey o de mezquite, los motivos deco- rativos. Luego, siguiendo el diseño, se eliminan determinadas áreas de esta segunda capa, para resaltar las figuras deseadas, hasta descu- brir la capa basal, logrando así el relieve y el contras- te con el color del fondo. Finalmente, se agrega una capa de sisa para lograr una adecuada polimeriza- ción de los materiales. Los objetos actuales, entre los que se encuentran las cajas o baúles, charolas y otros objetos conservan figuras zoomorfas y fitomorfas, como una reminis- cencia de los dibujos antiguos. Otras técnicas decorativas se utilizan en los sitios donde se elaboran lacas, cuya descripción puede ser motivo de escritos posteriores. Ahora bien, esa vasija particular, luego de ha- ber permanecido tanto tiempo en su contexto origi- nal, sale de la cueva y del entierro donde estuvo por siglos cargada de sentido. Un sentido profundo, no por la profundidad de la cueva ni por la profundidad de la vasija misma, sino por el sentido de su presen- cia en esa ofrenda y el sentido de la ofrenda misma. Hoy, la mayor parte de los enterrados no se lle - van nada consigo, algunos ni siquiera un entierro dig- no. Si el perro que acompañaba al cadáver de esa criatura tuvo el sentido de acompañarla en el cruce del río de la muerte, la vasija seleccionada como par- te de la ofrenda quedó ahí como testimonio tangi- ble de los alcances de una técnica, pero además en un entorno ritual. La técnica no aparece desprovista de sentido, sino incorporada en un proceso cultural de capital importancia, que es la manera como se enfrenta la muerte en una determinada comunidad humana y el sentido de trascendencia que dicha co- Aplicación actual de la sisa en Temalacatzingo, mpio. de Olinalá

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