Número 12

26 munidad le confiere a ese hecho. Desde una perspectiva técnica, importa por su- puesto reconocer y ponderar los alcances que hace 2,000 años tenían los pobladores de la región de Yautepec y otras regiones en el dominio de los re- cursos aportados por la naturaleza. La técnica del ra- yado en vasijas implica un trabajo especializado que pone en juego variadas competencias, como son el dominio de los diversos materiales, incluido el cono- cimiento mismo de las piezas naturales de base que han de ser modificadas, así como las habilidades par- ticulares de aplicación que demanda el proceso y la capacidad creativa y estética que lo culmina. Vinculado con todo ello y no de menos impor- tancia, es la calidad de marcador cultural de este tipo de objetos rituales, que adquieren una proyección que los trasciende gracias a su contexto. Al final, la vasija es una metáfora y un legado, respecto al contexto de los objetos que utilizamos y respecto al sentido mismo de su uso. Quienes ente- rraron a ese menor hace tantos años no imaginaron que ese magnífico tecomate rayado colocado en su ofrenda, le daría oportunidad a otros, siglos después, de conocer un poco de su momento y de su realidad, en una reflexión que nos lleva lejos de lo inmediato y contingente y nos permite una perspectiva siem- pre más amplia, que honra nuestros orígenes y nutre nuestra identidad y nuestro presente. Detalle de los diseños de la pieza de Ticumán (350 a.C.)

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