Número 14
13 trasformación radical de la sociedad capitalista. Por ello, en un debate sobre la democracia, elecciones y socialismo en América Latina cobra una gran impor - tancia sus planteamientos sobre la transformación socialista no como un “día decisivo”, sino como un proceso que puede comenzar aquí y ahora, por el cambio en la correlación de fuerzas, en las estruc - turas de poder y de propiedad, en la innovación institucional, que lleve a una ruptura, en el caso mexicano, del régimen de partidos de Estado como el que se ha impues - to por tercera ocasión a los afanes del pueblo mexicano por transitar por la vía electoral hacía una su - puesta transición democrática. El socialismo –señalaba Luxemburgo-- no puede ser realizado por decretos ni es un cambio de gobierno lle - vada a cabo por una minoría, sino una trasformación ra - dical de la antigua sociedad, en todos los planos, por la ac- ción autónoma de los traba - jadores . Advirtió y critico los procesos de burocratización de la socialdemocracia partidaria y los sindicatos. En este senti - do, Rosa Luxemburgo se opone a la idea del socialismo como estati - zación de los medios de producción sin control de los trabajadores, camino para una inevitable burocratización. Con la revolución alemana en marcha, la democra - cia socialista pasa a significar concretamente, para Rosa Luxemburgo, un gobierno consejista, muy si- milar, guardando las diferencias en tiempo y condi - ciones, al que se establece en la Comuna de Paris, en 1871, o en las actuales Juntas de Buen Gobierno zapatista. Los consejos, organismos de base electos por los obreros y soldados, de acuerdo al programa de la Liga Espartaco, serían la nueva forma de po - der estatal para sustituir los órganos heredados de la dominación burguesa; democracia socialista sig - nificaba en aquel contexto el autogobierno de los productores . Isabel Maria Loureiro, en su libro Rosa Luxemburgo: los dilemas de la acción revolucionaria 3 , identifica una idea rectora de su pensamiento que es de gran utilidad para el tema que nos ocupa: “Para Rosa Luxemburgo, así como para los movimientos sociales de nuestra épo - ca, es la participación de los de abajo de la que proviene la esperanza de cambiar el mundo…No debemos esperar nada de hombres pro- videnciales. Cualquier cambio radical, en el sentido de un proyecto emancipador, solo puede resultar de la presión social de abajo a arriba”. 4 Por ello, el EZLN en su Sexta Declaración , más vigen - te que nunca, estableció con claridad su política de alianzas con organizaciones y movi - mientos no electorales que se definan, “en teoría y práctica, como de izquierda”, de acuerdo a condiciones que evidentemente no reúnen los partidos de esa iz - quierda institucionalizada: “No hacer acuerdos arriba para im - poner abajo, sino hacer acuerdos para ir juntos a escuchar y a organizar la indignación; no levantar movimientos que sean después negocia - dos a espaldas de quienes los hacen, sino tomar en 3 Isabel Maria Loureiro. Rosa Luxemburg: os dilemas da ação revolucionaria . Brasil: Unesp, Fundação Perseu Abra- mo, Rls, 2003. 4 Isabel Maria Loureiro. Ob. cit., p. 37
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