Número 14

31 ca del México posrevolucionario, en el contexto de la guerra cristera y la presencia del ideal comunista en América Latina. Se esperaba que el representante oficial de la URSS secundara las acciones del Partido Comunista Mexicano, lo que pondría en entredicho la imparcialidad del estado Soviético. Alexandra Ko - llontai debió soportar las críticas de los representan - tes de la Internacional Comunista en México, que esperaban un mayor involucramiento de su parte en los asuntos del Partido y los de sus adversarios. Esta compilación resulta ser un documento im - portante que da testimonio de la tensión que se vi - vía en aquellos años, los ataques de la prensa a los diplomáticos soviéticos, los problemas de la vida cotidiana en la embajada, todo ello agravado por la lenta adaptación de la embajadora a las condiciones geográficas del nuevo país. La altitud de la capital del país perjudicaba su ya de por si delicado corazón, y su breve visita a Cuernavaca fue reparadora: “al fin respiro con libertad, físicamente y también en senti - do figurado. Aquí se puede respirar sin el agobio de la altura. Y aquí estoy más lejos de los Estados Unidos y su fastidioso agobio”. (p. 108). Resulta interesante la visión que Alexandra Ko - llontai presentó respecto a México y su importante papel como bastión de la resistencia latinoamericana ante el imperialismo yanqui. En palabras de la propia Alexandra, México era considerado “líder en contra del imperialismo de los Estados Unidos” (p. 52). El manuscrito de Alexandra fue clasificado por ella misma en apartados puntuales, los cuales tra- tan diversos temas, entre ellos el contexto político- económico y la vida cotidiana del México de los años veinte. Decía Alexandra Kollontai que era importante dejar constancia de los vaivenes de la vida diplomá - tica soviética para que los más jóvenes aprendieran de las experiencias previas. Y es precisamente su conciencia de tal necesidad lo que ha permitido que hoy tengamos este valioso documento a nuestro al - cance. La edición traducida por Rina Ortiz, que a la vez fue revisada y editada por la misma Alexandra, se anticipó a la censura soviética tachando, mas no borrando, algunas partes que consideraba no serían permitidos en caso de ser publicados. Estos manus - critos, incautados en 1943, tuvieron un largo pere - grinaje, después de estar “perdidos” varios años, y censurados otros más, hoy tenemos la oportunidad de disfrutar su lectura.

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