Número 14

8 Devota con el Niño Dios de Tingambato el vestido, con el carguero, con el momento ritual, con la familia destinataria o receptora. Incluso el tes - timonio de un carguero de que no le cambiaba de vestido al niño porqué este no quería, es un indicio de que la vestimenta representa un referente muy importante. El donante del vestido que se hizo per - manente durante el ejercicio del cargo fue beneficia - rio especial de dicho acto simbólico. La fotografía en el universo de la religiosidad po - pular, está vinculada a otras representaciones icóni - cas, como las estampas del niño Dios, o las réplicas del bulto en miniatura. También a través de los exvo - tos, el referente de imagen peregrina del niño Dios abre otro juego frente a la movilización de sus répli - cas fotográficas, pinturas, dibujos o esculturas en mi - niatura y sus modos simbólicos de estar. La imagen peregrina tiene un lugar de partida y de llegada, el que signa y simboliza su estar, su lar, la casa del car - guero de turno. Las réplicas muchas veces juegan un papel parecido, se movilizan para ser bendecidas o re bendecidas. El asunto de la venta de las imágenes es relativo a la economía anual del cargo, lo refrenda el hecho de que los que desempeñaron tal responsa - bilidad no se vuelven a ofrecer, quizás por lo mismo que dicen varios testimonios, de que asumirlo em - pobrece aunque de prestigio. Pero el asunto de las réplicas del bulto sagrado puede estar asociado al conflicto de poderes entre el párroco y el carguero como bien lo subraya Martha Delfín: En 1998 se suscitó un problema entre los ve - cinos de Tingambato y el cura de la parroquia, Rubén Lara Álvarez, relacionado con el culto al Niño Dios. Incluso, se llegó a considerar la posibilidad de que esta imagen ya no estuvie - ra en casa del carguero en turno, sino en una capilla que se tenía planeado construir al lado de la iglesia. En abril de ese año, el obispo de Zamora dispuso que el Niño Dios de Tingam - bato fuera entregado a la iglesia, sin embar - go, los devotos y el carguero se negaron a llevar la imagen a la parroquia. El cura Lara Álvarez consiguió otra imagen del Niño Dios que mandó a traer a Zamora, Michoacán, y la puso en la iglesia, mientras que el Niño Dios original estaba en casa del carguero de aquel año. Más tarde, en octubre de 2001, el obis - po dio la instrucción para que las cosas vol - vieran a ser como siempre lo habían sido, es decir, que el Niño Peregrino permaneciera en casa del carguero en turno. (p. 62) Martha proyectó su indagación histórico-cultu - ral sobre Tingambato en el Archivo General de la Nación. Y en el ámbito de la historia oral y letrada local, tomó en cuenta a los personajes nativos que representan el núcleo duro de la tradición oral y/o poseedores del capital letrado como Salvador Ra -

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