Número 14

9 mírez, historiador nativo. Martha Delfín, miró de manera di - recta y con profundidad las expresiones religiosas y, con esa curiosidad que dicta la prudencia, miró también con el rabillo del ojo sus bordes, siguiendo acaso esa magistral recomendación de Jean Paul Sartre, para no descuidar el entorno, que siempre dice más cosas de las que supo - nemos. Puso a prueba su poca conocida experiencia y saber gastronómico aunque no quiso explayarse para no distraer a los lectores de la línea central de exposición. Martha no deja fuera de su obra el debate teórico sobre asuntos relevantes como la cultura popular, la religiosidad y la tradición. Martha demuestra en su investiga - ción varias cosas, las más notables para mí son: Que el culto del Niño Dios de Tingam - bato es una tradición inventada y asumi - da localmente entre las décadas de los treinta y cuarenta del siglo pasado. Que las imágenes veneradas en Tin - gambato se han ido reposicionando sim - bólicamente a lo largo de la historia. Que el sistema de cargos de Tingam - bato se ubica en un continuum histórico cultural que nos remite a las cofradías coloniales bajo el influjo franciscano y agustino que privilegiaban las fiestas de Natividad y Santos Reyes. Que el sistema veneracional del niño Dios de Tingambato está vinculado a la cultura purépecha. Véase: Patricia Ávila García , Escasez de agua en una región indígena de Michoacán: El caso de la Me- seta Tarasca , Zamora [México] : El Colegio de Michoacán, 1996. Niño Peregrino vestido de Moro. Fotografía sacada por Martha Delfín durante la comida (pozole) que se ofreció en casa de la Familia Villanueva del Barrio 4° de Tingambato en donde se vistió al Niño Peregrino con ropaje de Moro, jueves 24 de julio de 2008 (observación participante de Martha Delfín).

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