Número 15

14 1897 del Palacio de Cortés destaca los tradicionales trazos de un jardín afrancesado de corte porfiriano. 2 Este jardín sería afectado por la nueva traza urbana del centro de Cuernavaca que debía abrir paso al cre - ciente flujo automovilístico. El jardín cívico descansó en su oficial e intere - sada nominación y más tarde en la instalación de efigies escultóricas de los héroes. La lógica política que orientó esta expresión relevante del decorado urbano de potencial consumo cívico, tuvo sus tensio- nes. Pensemos por ejemplo en el ahora denominado Jardín Juárez , que durante la segunda mitad del si- glo XIX fue llamado Plaza de Maximiliano, más tarde Plaza de la Constitución, reseñando en su secuencia nominativa dos tiempos políticos fuertemente pola - rizados en el imaginario social. La aproximación en - tre los sentidos de plaza y jardín para usos y consu - mos cívicos fue hechura política y arquitectónica de la segunda mitad del siglo XIX. En 1890, bajo el gobierno estatal del General Jesús H. Preciado se instaló un kiosco traído espe - cialmente de Inglaterra con el auspicio de Porfirio Díaz, como homenaje a Benito Juárez. La cúpula del kiosco estaba adornada con motivos moriscos mientras el jardín presentaba sus segmentos de plantas ornamentales y árboles a través de sus tra - zos geométricos; éstos flanqueaban los corredores diseñados para los paseantes según permite apre- ciar una fotografía de 1905. 3 Los consumos festivos dominicales que propició este jardín, fueron ani - mados por las bandas oficiales. La sonorización del lugar, alternaba sentidos musicales de orientación cívica y política con otros de carácter festivo sin ma - yores rupturas. Durante la ocupación zapatista de Cuernavaca, el Jardín Juárez , desde su kiosco abrió juego a un nuevo modo de sonorizar festiva y revo - 2  Reproducida por Andrés Tirlau en Dos mil años después , edición del autor, Cuernavaca, 1974, p.17 3  Ibidem , p.35 lucionariamente el lugar. 4 La sonorización del Jardín Juárez ha exhibido dos campos y tiempos distintivos que merecen subrayarse el impactante trinar de los pájaros al inicio de la mañana y el cierre de la tarde y el de las bandas. Más tarde el Jardín Juárez conti - nuó con altibajos y remodelaciones en su decorado urbano una misma línea de continuidad en sus con - sumos culturales musicales y visuales. Sin embargo, los públicos fueron cambiando con los nuevos flu - jos de turistas nacionales y extranjeros, vendedores ambulantes de objetos de divertimento infantil o de artesanías, migrantes, desocupados y jubilados. El Jardín Morelos devino en un campo privile- giado de las políticas de ornato público del ayun - tamiento de Cuernavaca y del gobierno del Estado. Lucio García Villasana, presidente municipal duran - te el bienio 1937-1938, bajo la administración de El - pidio Perdomo, encargó a unos artesanos de Taxco decorar con figuras zoomorfas de “piedrecitas blan - cas romboidales” el Jardín Morelos y el Jardín Juá- rez . 5 Lo refrenda también el hecho de que dos de los presidentes municipales de más corta duración centrasen su atención en él : A fines de los trein - ta, Manuel Gándara Mendieta en su breve gestión de ocho meses se abocó a la remodelación del Jar - dín Morelos colocándole bancas nuevas al mismo tiempo que sostuvo una razzia permanente contra los parias y mendigos que pululaban en dicha área dedicada al culto cívico y a fungir de vitrina del decorado urbano de la ciudad. 6 Dos décadas más tarde, Luis Flores Sobral en su corta administración y controversial gestión como presidente municipal interino de Cuernavaca (1950), volvió a remodelar 4  Valentín López González, Cuernavaca. Visión re - trospectiva de una ciudad , Cuernavaca, Centro de Estudios Históricos y Sociales del Estado de Morelos- Ayuntamiento de Cuernavaca, pp.105-106 5  José Antonio García B., Retratos Morelenses , Edi - ción del autor, Cuernavaca, 1951, p.175 6  Ibidem , p. 169

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