Número 16
12 Gerardo Leibner E l jueves a eso de las 18:30 (ya la noche había caí - do bastante antes) éramos un poco más de 100, tal vez 120 manifestantes, mitad árabes y mitad ju - díos, que ocupábamos esa estratégica esquina de la antigua ciudad de Jaffa, hoy convertida en el empo - brecido suburbio urbano al sudoeste de la ciudad de Tel Aviv, cuando de repente el sonido de una fuerte sirena se superpuso a nuestras consignas. Las dudas sobre si se trataba de un mal chiste se disiparon muy pronto, al minuto y poco, cuando oímos una fuerte explosión no muy lejos de donde estábamos. Luego nos enteramos que no hubo heridos ni siquiera da- ños materiales. La guerra de los misiles y los bombar - deos había llegado a Tel Aviv, al centro del país. Nuestra protesta, al día siguiente de iniciada la escalada militar, era el segundo realizado en la zona de Tel Aviv y luego siguieron, esa misma noche y to - dos los días siguientes una serie de actos de protesta que han logrado convocar a cientos de personas cada uno en distintas partes del país. ¿Protesta contra qué? Contra la escalada bélica transformada en casi una guerra. Contra la muerte de civiles, contra el uso cínico de la población civil. Contra la perversa lógica de la guerra, la lógica de ellos o nosotros, la lógica de pretender apagar fuego con más fuego. Pero también contra las causas de las periódicas irrupciones de vio - lencia. La más inmediata: contra el cerco, el bloqueo, aéreo, marítimo y terrestre de la Franja de Gaza. Con - tra la hipocresía occidental al legitimar el bloqueo. Contra el hambre y la escasez que sufre buena parte de la población de Gaza, por el bloqueo y por años de destrozos y décadas de alta concentración de des - plazados y refugiados palestinos en un terreno muy reducido. La Franja de Gaza de la cual Israel se retiró unilateralmente en 2005, se convirtió al mismo tiem - ¿Por qué alzamos la voz? po en territorio palestino liberado al retirar Israel a sus colonos y, al estar bloqueada, en una inmensa cárcel al aire libre. Y tras las elecciones palestinas en 2006 y los enfrentamientos entre Hamas (movimien - to de resistencia islámico, religioso y conservador) y Fatah (nacionalista moderado), quedó Gaza aislada del resto de los territorios palestinos ocupados. Somos ciudadanos israelíes, tanto los judíos como los árabes, por lo tanto nuestra protesta iba di - rigida contra el gobierno que supuestamente nos re- presenta y a quien consideramos principal responsa - ble de la escalada bélica. ¿Qué consignas gritábamos en árabe y en hebreo? “Judíos y árabes nos negamos a ser enemigos!”, “En Gaza y en Sderot las niñas quie - ren vivir”, “De Gaza a Bilin el pueblo palestino vive y será libre”, etc. ¿Cómo reacciona la mayoría de la gente ante nuestras protestas? La inmensa mayoría de la población judía-israelí se identifica con el gobierno en esta guerra. Es muy difícil cuestionar tanto las ideas anti-palestinas muy arraigadas como la propaganda de los medios de comunicación masiva israelíes que presentan ante los espectadores una realidad muy parcial. Los ciudadanos israelíes saben muy poco sobre la realidad en Gaza, mucho menos que ciudadanos bien informados en otras partes del planeta. Y, sin duda, los métodos de lucha del Hamas y otras organizaciones, métodos que incluyen ataques a la población civil, que no discriminan entre combatientes y civiles, creanuna justificada sensación de inseguridad. Desde el desmoronamiento de las negociaciones de paz en el año 2000 cada ronda de violencia entre israelíes y palestinos ha contribuido a tirar hacia la derecha intransigente a sectores importantes en ambas poblaciones. Pareciera que el Likud y el Hamas son muy funcionales uno al otro. Y en Israel hoy en día algunos partidos políticos otrora
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