Número 16
29 En las antiguas crónicas de los veracruzanos de “La Vieja Guardia” se habla que el motivo por el cual se comenzó a usar la figura de un “Viejo” para esta tradición fue de que tomaron por ejemplo la imagen de un calendario importado que circuló en nues- tra ciudad y en la que se veía a un anciano que re - presentaba el “Año Viejo”, así mismo que se limito esta bullanga solo al día 31 de diciembre, es decir al último día del año, los que sacaban esta protesta co - menzaron a disfrazar a una persona como un “Vie - jito” que con bastón y joroba bailaba al ritmo que le tocaban mientras le cantaban: “Una limosna para este pobre viejo….” “Una limosna para este pobre viejo…” “Que ha dejado hijos… que ha dejado hijos… “Para el año nuevo…Para el año nuevo…” “Este viejito ya quiere su veinte… este viejito ya quie - re su veinte…” “Porque a media noche… porque a media noche…” “Se toma su aguardiente… se toma su aguardiente…” “Ya se va el viejo muriéndose de risa… ya se va el viejo muriéndose de risa…” “Porque a media noche… por que a media noche” “Lo vuelven ceniza… lo vuelven ceniza” El Viejo actual En la década de los 80´s del siglo XX era muy común que el día 31 de diciembre por la mañana se veían desfilar decenas de “Viejos” por toda la ciud ad; por las calles del centro uno de los mejores “Viejos” lo sacaban los portuarios, los estibad ores, carretilleros, etc., qui enes alquilaban conjun- tos musicales que a ritmo de son montuno ha- cían bailar a veracruzanos y turistas por el área de los portales, café de la Parroquia, malecón, par- que Zamora, etc. Hoy en día da gusto ver que esta tradición esta viva chamacos de todas las colonias, perso - nas adultas y demás desfilan por todas las calles de la ciudad desde la mañana del último día del año, llevando el tradicional “Viejo” y a veces acompa - ñado de una “Vieja” e inclusive algún valiente por ahí se viste de tan solo con un pañalón, un babero y una mamila colgando del cuello simulando al “Año Nuevo” que le hace perfecta pareja al momento del baile. Llegando la tarde, se toma algún panta - lón, camisa y zapatos usados y desgastados, se re - llenan con periódico, aserrín o cualquier cosa que se pueda quemar y se arma un monigote al que se le pinta la cara, se le pone su sombrero y su clási - co puro, se le sienta en una silla recargado en la fa - chada de alguna casa, regularmente de la que or- ganizó “El Viejo” llegando la noche se le cuelga a media calle y al dar las doce campanadas se le prende fuego en medio de un gran jolgorio despi - diendo así al año que termina. Han transcurrido ya 137 años de l inicio de es- tas celebraciones que comenzaron como una protes - ta, quizá Bovril –hoy olvidado- jamás se imagino que arraigaría en casi todo México una bonita tradición que se usa para despedir al año viejo… ” Los nacimientos Las navidades cristianas se perfilaron claramente a partir del siglo XIII cuando San Francisco de Asís im - pulsó y divulgó la adoración del nacimiento. Fe en 1223 cuando en Greccio del Valle del Rieti, en Italia, San Francisco pidió autorización al Papa Honorio III para montar una representación del nacimiento de Jesús. Con esta representación, en la que participa - ron personas y animales, se inició una costumbre que difundiría por toda Europa y que en México aún se conserva, enriquecida con elementos propios de nuestra cultura.
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