Número 21
27 Bienvenido, Carlos I A José Luis Ceceña Pablo González Casanova N i la teoría general de sistemas, ni el análisis de sistemas, ni la cibernética y los sistemas de control dejan de encontrarse con un pensa - miento histórico y político. Pero quienes más han utilizado la teoría general de sistemas, paradóji - camente, han sido los neoconservadores, es de - cir, los neoliberales. La nueva lógica de los sistemas rara vez y sólo recientemente, ha sido aceptada por quienes cul- tivan la dialéctica que descubrió Carlos Marx con el propósito de estudiar científicamente las rela - ciones de explotación de unos hombres por otros y las luchas a que dan lugar. Los sistemas auto-regulados, adaptables y “creadores” han tenido un enorme impacto en las mega-empresas y en los complejos militares-em - presariales que regulan la economía, la sociedad, la política, la cultura, la información, la conciencia y el Estado. Pero, entre los herederos de Marx, la mayoría vio en la cibernética y la teoría general de sistemas tan solo una prueba más del conoci - miento enajenado y cosificador característico de la “investigación burguesa”. Cuando se acercaron a ellas su interés se limita a aplicarlas en campos que no estaban articulados con las relaciones de explotación o que ignoraban esa articulación. 1 Una versión anterior se publicó en el libro de homenaje a José Luis Ceceña titulado. Del fin del milagro al fin del mile- nio: medio siglo de economía y política en México. Carlos Ja- vier Maya Amibia, Coordinador. Universidad Autónoma de Sinaloa, Universidad Nacional Autónoma de México y Plaza y Valdés, S.A. de CV. México, marzo de 2000. Como las relaciones de explotación ocuparon un lugar cada vez menos significativo en el mar - xismo del Primer Mundo, y en el propio marxis - mo-leninismo del “socialismo real”, a la ofensiva del marxismo crítico y del marxismo-leninismo dogmático contra la cibernética se añadió la im - posibilidad de que uno y otro hablaran de algo que ya no les preocupaba. La mayoría de ellos tampoco se interesó por dar cabida a la teoría de sistemas auto-regulados cuando llegaron a for - mular sus críticas a la inequidad y a la desigual - dad, temas de menor interés que “el poder” en la filosofía eurocentrista. La orientación autoritaria del proyecto marxis - ta-leninista de los países del Este de Europa y de la URSS, derivó en una tendencia que priorizó la crítica a las relaciones de dominación frente a las relaciones de explotación. Esa tendencia se gene - ralizó sobre todo, cuando en los sesenta y setenta, los fenómenos de la explotación y el estudio de las clases explotadoras y explotadas fueron susti - tuidos en el debate filosófico, científico y político de Europa y de la propia URSS por los fenómenos del poder y el autoritarismo, cuya existencia en los países “socialistas” se hizo cada vez más visible para los propios marxistas, incluso para muchos de los que participaban en el proyecto leninista, y que veían con coraje la creciente corrupción y arbitrariedad de la “Nomenclatura”. En esas condiciones se creó un tema común –el del poder–, que abarcó a los “nuevos filóso - fos” reaccionarios, a los neoconservadores antico - munistas, a los socialdemócratas occidentales, al marxismo crítico y a los propios marxistas-leninis - tas que optaron por la “democracia” y abandona - ron sus posiciones anticapitalistas. Durante un largo tiempo casi nadie pensó en
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