Número 21

28 la explotación como un problema central. A me - nudo ya nadie pensó en la explotación, ni siquie - ra en forma marginal. Todos –neoconservadores y neomarxistas- pensaron en el poder, unos para atacar al “bloque socialista”, otros para ampliar el “bloque imperialista”, unos para luchar con - tra el neoestalinismo a fin de regresar a la de - mocracia y también al capitalismo, y otros para luchar por un genuino e incompleto socialismo democrático que trágicamente se automutiló al no querer ocuparse ni de los problemas centrales de la explotación ni de las características que la explotación tiene en el capitalismo corporativo, el de las megaempresas y los complejos empresa - riales-militares altamente organizados. El conjunto de las luchas en torno al tema cen - tral del poder, de las relaciones de poder y de las relaciones políticas derivó en una nueva forma de pensar sobre las ventajas del capitalismo frente al socialismo. Dentro de la temática de la democracia y la eficiencia, de la política y la economía, tam - poco cupieron las relaciones de explotación. Éstas fueron motivo de reflexión y expresión, más bien ocasionales. Aparecieron en los discursos de algu - nos líderes del Tercer Mundo; pero rara vez dieron lugar a estudios sistemáticos, teóricos o empíri - cos, que reformularan las investigaciones anterio - res sobre la explotación de acuerdo con las nue - vas estructuras de las etnias y las naciones, de las empresas y las clases. Entre las excepciones fren - te a esta tendencia general, se encuentra el libro que publicó Fidel Castro sobre la deuda externa. En cuanto al mundo académico, las investigacio - nes sobre la explotación se redujeron a algunos especialistas ignorados en las grandes polémicas, incluso cuando publicaban artículos o libros en re- vistas, editoriales, o universidades “distinguidas” como Oxford o Harvard. En el orden del ensayo, a Los Condenados de la Tierra de Fanón sucedieron una serie de libros –-algunos de innegable valor-- a los que se prestó atención, o a los que no se inclu- yó en los debates centrales de las ciencias sociales de fines del siglo XX. En esas condiciones la reali - dad siniestra del “socialismo realmente inexisten - te” sirvió a distintos tipos de publicistas − sofisti - cados y burdos − para bloquear el conocimiento de algo que ya había sido fuertemente rechazado e internalizado: el conocimiento científico de las re - laciones de explotación y su relación con las luchas de clases y con las contradicciones del capitalismo. A las múltiples y razonadas denuncias del “so - cialismo realmente existente” se añadieron renie - gos y remilgos de antiguos marxista-leninistas, que con el capital acumulado en el saqueo del sector público, enfilaron la “Perestroika” a un mundo que les permitiera ser los nuevos empresarios privados de Rusia y sus “colonias interiores”. Todos ellos y los antiguos y nuevos ideólogos del capitalismo triunfante se dedicaron a anunciar la muerte de Marx y del marxismo--leninismo. La ofensiva no sólo es importante desde el punto de vista político sino desde el punto de vista científico. En el terreno político e ideológico dio pie a una débil y romántica defensa de Marx y de Lenin, relativamente más seria y profunda entre los líderes del Tercer Mundo. En el terreno cien - tífico presentó dos vertientes: una que buscó de - fender al marxismo y al marxismo-leninismo como ideología o doctrina política y científica, y otra que buscó no incurrir nuevamente en la confusión del liderazgo ideológico de Marx con su liderazgo científico. Esta última nos parece la más promiso - ria, incluso para la formación de nuevos liderazgos e ideologías políticas de quienes luchen en el futu - ro por la justicia social, esto es, por los intereses de las mayorías, y con ellas. La primera nos lleva a repetir el error de sacralizar a Marx y sus textos, de quedarnos interpretando a Marx y sus textos, o de alejarnos y desviarnos de Marx y sus textos, en vez de usar a Marx como uno de los grandes clásicos de las ciencias sociales − a reserva de vol - ver a levantarle un monumento − como uno de los grandes líderes de la “Revolución Social”. Jean Ziegler publicó a principios de los noven -

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