Número 21

30 ta un bello opúsculo que se titula Hasta mañana , Karl. 2 Durante un tiempo el opúsculo hizo furor en Europa. El conocido sociólogo suizo declara en las primeras páginas, que la noticia de que Marx ha muerto es “un poco exagerada “ como diría Twain, y rescata dos grandes temas sobre los que la humanidad y los hombres de ciencia habrán ne - cesariamente de volver a pensar para actuar: el de las injusticias y explotación crecientes que está sufriendo la mayoría de la humanidad por el triunfo de la economía de mercado, y el de la ne- cesidad de enfrentar a la lógica totalitaria de los mercaderes, que hoy domina con la lógica moral y martiana de una democracia que resuelva los problemas de la mayoría de la humanidad, de toda la huma- nidad, acabando con la explotación del hombre por el hombre. A mí me gusta mucho el libro de Ziegler. Viene al en - cuentro de nuestros pensamientos aquí en los trópicos, o en las pampas, o en los desiertos, selvas y mon - tes. Me parece maravilloso; pero tengo dos reparos que pueden servir para avanzar, uno me lo dijo un poeta ruso: “Pronto tendremos que escribir un nuevo libro que se lla - 2  Ziegler, Jean, Uriel da Costa. A demain Karl. De la fin des ideologies . París, Régine Deforges, 1991. me Bienvenido Carlos , en lugar de Hasta mañana Karl ”. Otro consiste en volver a los problemas de la explotación y a su estudio crítico y científico (en que Marx es pionero) sin preocuparnos por pensar si somos marxistas o no, materialistas, socialistas científicos o históricos; pensando sólo que tenemos que estudiar en forma científica, en forma crítica e histórica, las relaciones de explo - tación, y que incluso tenemos que re- fundar las ciencias y la crítica de la explotación vinculada a un sistema de acumulación pero también de dominación. En efecto, más que le - gitimar al marxismo y que seguir repitiendo una y otra vez que Marx no quería que lo llamaran marxis - ta, tenemos que luchar porque las ciencias de la explotación alcancen el es- tatus de las dis- ciplinas más sig - nificativas para la sobrevivencia, y para la reestructura- ción poética (creadora) del sistema social glo - bal en sus aspectos hu- manos y ecológicos. Nos enfrentamos tam - bién con otro problema: el que aparte de alcanzar altos niveles em - píricos y teóricos, las ciencias de la explotación y sus conocimientos no se queden en un “saber sin consecuencias”, sino que las tengan hasta en la reestructuración democrática y articulada de los grandes movimientos sociales y políticos anticapi - talistas, únicos que podrán resolver los problemas

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