Número 21

50 Para Genet, actualmente existe una especie de descentralización, pues las asimetrías del poder cam - bian su eje y el desequilibrio en la distribución de la renta se mantiene, pero se altera en el contexto del narcotráfico y la miseria no sólo se agrava en algunos lugares donde ya existía, sino se traslada a aquellos en donde se pensaba que estaba suprimida. Para él el Sur se ha diseminado por todo el pla - neta, al igual que el Norte, pero lo que si se debe analizar desde las antropologías mundo, es la seg - mentación del turismo, pues ésta es una expresión compleja de la articulación entre lo local y lo global. Las etnografías deben de asumir un papel críti - co para: “describir y analizar los conflictos e incom - patibilidades que se manifiestan como resultado de dinámicas culturales, políticas y económicas situa - das.” (p. 55) Propone una ecología política del turismo que retome aspectos del periodismo crítico de autores como Roberto Saviano (2007), Mike Davis, Hermann Bellinghausen (2010), o la narrativa de Leonardo Jan - dra. Estos trabajos, considera Genet, se dan en el en - trecruzamiento de miradas y recursos narrativos; son etnografías ágiles y documentadas con respecto a los procesos socioculturales y políticos que dan cuenta de los procesos a través de los cuales se fraguan las exclusiones o se negocian las participaciones e inter - venciones en la construcción de los lugares turísti - cos. (pp. 59-60) Para Mauricio Genet, se ha impuesto, aunque no de manera total, un fascismo societario, a la manera planteada por Boaventura de Sousa Santos (2009), que: es pluralista y convive con el Estado demo - crático, que su tiempo y espacio ya no es na - cional sino local y al mismo tiempo global, que está formado por una serie de procesos mediante los que asegura la política de con - trol, exclusión y desposesión que padecen importantes sectores de la población por todo el mundo. Este nuevo fascismo define los tiempos y ritmos en el proceso produc - tivo global, bajo su lógica de flexibilización laboral, los horarios del metro, las quincenas y los tiempos programados para el ocio y el descanso, así como la propia subcontra- tación, la preponderancia de los cárteles de la droga o el mundo del riesgo, con sus seguros a la medida, forman parte de un escenario dentro del cual el presente está continuamente en fuga (Santos, 2009 y Vi - vanco, 2009). El tiempo presente se escapa porque cada vez más somos invadidos por la sensación de que nuestro esfuerzo nunca es suficiente para satisfacer todo aquello que deseamos. Y lo que poseemos se encuentra permanentemente a la deriva. (pp. 58-59) Ante la desolación, nos dice Genet: la reconstrucción de los lugares se vuelve tarea cotidiana, desde esta condición las personas, los pueblos, intentan remontar las

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