Número 24

24 Alrevesados andamos: La necesidad de aires nuevos en las instituciones académicas ante una encomienda crítica Paul Hersch Martínez 1 E l intenso viaje se lleva a cabo en la sierra de Sina - loa hace cuatro décadas, a bordo de un camión de carga habilitado como transporte público. La ruta era larga, los caminos pésimos, la brincadera continua y el polvo entraba hasta por donde no podía. Mocorito y Surutato figuraban en el itinerario, para más seña. Cuarenta años después esos nombres remiten a tie - rras narco-devastadas, productoras de desplazados y de mortal desasosiego. La troca cargaba envoltorios diversos, gallinas, cartas, cajas con alimentos y refacciones y hasta pasa- jeros. Tardeando ya, al cabo de varias horas de camino por largos tramos solitarios, la plática entre zangolo - teados se encontraba bastante animada. En el inter- cambio de anécdotas, uno de los serranos narró con inolvidable elocuencia la ocasión en que en aquellos parajes se topó de pronto con un tremendo león. Era, decía enfáticamente, un animalote muy de temer, al que no tuvo otra alternativa que enfren - tar con su ingenio, de modo que decidió tomarle la delantera, y mientras el animal se distrajo, nuestro relator le introdujo el puño por el gaznate hasta el mero fondo, y ya metido el brazo hasta el hombro, agarró lo que ahí había y en un solo impulso jaló todo enérgicamente hacia fuera… ufano, nos aseguraba categóricamente que al pobre león aquel todavía se le podía ver andando por el monte, completamen - te todo volteado , con las tripas pa’fuera y la piel y la cola pa’dentro, o sea que alrevesado andaba aquel animal desde entonces. 1 Nota: Agradezco el aporte de información del historiador Felipe Echenique March para el Gráfico 1 y el Cuadro 1. Alrevesado anda este país, restringiendo espa- cios de formación en las universidades públicas y for - mando profesionales para ofrendarlos en el altar de la desocupación, sin una política mínima sensata de incorporación de esos cuadros, habiendo tanto por ser y por hacer. El alrevesamiento del león nacional obedece simplemente a que en este país no hay cabida para su pueblo. De ahí que, en este México programado como mero depósito de recursos petroleros, mine- rales y biológicos, no haya cabida para sus jóvenes, independientemente de su nivel de formación. Y su formación misma, dado el caso, no tiene cabida para despertar en ellos su conciencia crítica. Hay cabida sí para estimular la condición de consumidores meca - nizados, pero no la hay -aunque suene anacrónico o patéticamente ingenuo- para su creatividad, ni la hay para su potencial como agentes de su propia eman- cipación y la de su pueblo. Boaventura de Sousa Santos alude a lo que ha llamado las formas sociales de no existencia , y en este marco, destaca el proceso actual de la produc- ción social de ausencias , que desemboca en la sus- tracción del mundo y en la contracción del presente , lo que implica, a su vez, el desperdicio de la expe- riencia (2005: 162). A ver a ver, de nuevo: “formas sociales de no existencia”, “producción social de au- sencias”, “sustracción del mundo”, “contracción del presente” y “desperdicio de la experiencia”… son to - dos términos que vienen demasiado a cuento. Henos en ello. Desgraciadamente nada de eso es virtual ni estamos ante ningún juego de palabras. Santos se refiere al conjunto de todas las experien- cias producidas como ausentes ; pone el acento en las experiencias ninguneadas por siglos de exclusión ,

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