Número 24

29 Tomado de: Tovar y de Teresa, 1994: 379. Cuadro 1. Personal asignado al Subsector Cultura, México, 1994. con ese pensamiento, pos pior : es ya de plano algo obsceno, un escándalo. Ahí, la uniformidad es virtud; el silencio, prudencia; la congruencia, sedición. En el reino de Alrevés la creatividad, las propues - tas innovadoras, los riesgos necesarios, las osadías cargadas de futuro son avasallados por el cultivo de la permanencia, por la referencia a glorias tan pasa- das como cuestionables, por la reiteración de ideas gastadas, de tesis superadas o peor, de crónicas si- mulaciones. Es la apacible y nauseabunda ruta an- ti-dialéctica de ir de lo conocido a lo conocido. Una institución que aún mantiene su respetabilidad e in - tegridad gracias al trabajo de sus integrantes, pero que no forma equipos de trabajo, que no vela por la transmisión de saberes y de competencias entre generaciones, y que no propicia desafíos, prescinde estúpidamente de la experiencia y arrulla el confor- mismo. Es, digamos, una institución bastante típica del reino de Alrevés , porque no es la única que se encuentra atravesada por la tensión existente entre el polo luminoso de su riqueza y su experiencia, y el oscuro autismo al que se le quiere confinar por la vía del menosprecio político de su cometido. En el reino de Alrevés, la institución a que me refiero cuenta con una fórmula parida con las tripas para fuera por mentes perversas. La fórmula consiste en contratar en condiciones precarias a personal que acaba ocupándose de tareas sustantivas. Hasta se le despide cada cinco meses y medio para evadir a la ley, y a las dos semanas se le contrata de nuevo. No hay prestaciones, ni seguridad social, ni posibilidad de or- ganización gremial, ni visos de integración a la institu - ción en la que prestan sus servicios, ni vergüenza. Al cabo de un tiempo variable, los jóvenes contratados

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