Número 25
23 de la represión, de decir NO al dictador para volver al cauce democrático luego de 17 años de miedo, ham - bre y muerte. Hoy día, el milagro del martirio de Allende y de miles de hombres y mujeres a quienes se les quitó la vida como castigo por su voluntad de construir una sociedad más justa, renace en otros miles de adoles - centes y jóvenes que no lo conocieron, pero hereda - ron de sus mayores y sus mártires el amor a la patria. Ellos llevan 5 años saliendo a las calles para exigir el derecho a la educación gratuita y de calidad para to - dos, con planes de estudio capaces de impedir la ne - fasta influencia de políticas y prácticas neoliberales en las mentes de infantes y jóvenes. Las palabras finales de Salvador Allende, instan - do a la población a no sacrificarse en vano, pero a no dejarse avasallar, en su voz tranquila y firme, en medio del fuego y las balas, el 11 de septiembre de 1973, fueron la rúbrica a una vida entera de com - promiso con los suyos. El ejemplo de su trayectoria fue su testamento. Él pertenece a la estirpe de los héroes. Dio la vida por su pueblo, por ello éste lo venera: es el espejo en el cual se mira para proseguir, en sucesivas generaciones, su lucha por la justicia. Los golpistas no pudieron hacer escarnio de su muerte pues ésta fue la epopeya del valiente, del que vive y muere por otros, pues los ama más que a sí mismo. Igual hizo Monseñor Romero más tarde en El Salvador, en la guerra popular contra los mismos poderes imperiales. A Salvador Allende, su muerte trágica lo convir -
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