Número 28

6 a aquella posición política (desgraciada - mente bastante común en nuestra historia) donde se entregan los bienes nacionales a los intereses del gran capital, sea nacional o transnacional. La miopía, por otra parte, es un tipo de afección visual que impide, a quienes la sufren, poder apreciar aquellas figuras que se encuentran lejos, las cuales se desdibujan como manchas borrosas. La miopía impide la mirada de lo lejano y, en sentido figurado, califica a aquello que ca - rece de mirada certera y de largo plazo. La reforma energética elaborada por el equipo de Peña Nieto si bien es cierto que es mucho mejor que la que el PAN viene proponiendo desde hace varios años (y que implica una apertura al libre mercado del sector energético en todas sus áreas y de todas las maneras posibles), de todas for - mas no se coloca, desde nuestro punto de vista, en la posición correcta y sustentable. A pesar de los spots publicitarios que continuamente lo niegan, es evidente que la reforma de Peña Nieto abre varias áreas del sector energético a la inversión privada (sea ésta nacional o extranjera): desde la ex - ploración y la explotación bajo “contratos de utilidad compartida” hasta la construc- ción de refinerías, lo cual es, ciertamente, una forma de privatización, aunque bajo la tutela del Estado, lo cual es lo menos malo que podría ocurrir (aunque el grave riesgo de tales nuevos contratos es que, como ha ocurrido en otras ocasiones, los particula- res se queden con “la carnita” del negocio y el país sólo con los huesos). Tampoco ol - videmos que en la propuesta de Peña Nieto la tutela del Estado mexicano es clara en los hidrocarburos que se encuentran en tie- rra o en aguas someras, pero que los que se hallan en aguas profundas o el gas pi - zarra (el famoso “Shale gas” que se obtiene mediante el hipercontaminante proceso del “fracking”) quedan prácticamente sin vigi - lancia por parte de nuestro Estado (bajo el pretexto de que carecemos de la tecnología para impulsarlos… como si ella no pudiese, con el tiempo, adquirirse). Los argumentos, además, que justifi - can la iniciativa de reforma de Peña Nieto (que PEMEX requiere del capital privado para mejorar su operación, que Pemex es ineficiente y que las petroleras del mundo están privatizándose) son evidentemente falsos cuando se revisan las enormes can - tidades que PEMEX ingresa al erario pú - blico como impuestos petroleros o cuando simplemente se lee lo que hace explícito A. Gerhenson en su estudio El petróleo de México. La disputa por el futuro : “Es falso que las petroleras noruega y brasileña se hayan abierto a la privatización, al contra - rio, están ampliando el control de sus re- cursos”, 3 es decir, que no es cierto que las mayores empresas petroleras del mundo estén privatizándose. Bastaría con que se redujese en una buena proporción la sangría que hace la nación a PEMEX para que dicha empresa pudiese refinanciarse y continuar la explo - ración, explotación y construcción de refi - nerías que el país requiere. Es más, la reforma energética de Peña Nieto no es solamente una privatización es peor, se trata de una transnacionalización ( vide infra ). Desde mi punto de vista, sin embargo, el problema más importante de la reforma de Peña Nieto radica en que se presenta desde una lógica meramente extractiva, es decir, sigue basándose en un escenario donde parece que México será una nación exportadora de petróleo por siempre, lo cual no es precisamente lo que indican las cifras de las agencias internacionales ni tampoco las de PEMEX mismo (quién re - conoce que alcanzó su pico de producción en el año 2005). Esa miopía es muy grave pues, según el informe 2010 de la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés), nuestro país obtiene su energía en un enorme 90 por ciento a partir de combusti- bles fósiles (de las 226,357 miles de tonela - das de petróleo equivalente, sólo 19,002 no derivan de petróleo, carbón o gas natural) de, es decir, de recursos no renovables y actualmente en franca declinación. 3 Debate, México, 2010.

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