Número 32

11 prácticas corporales de las mujeres, inclui- do el amamantamiento, desde una ley que se basa en la idea de la maternidad como un don femenino casi natural. Al parecer, uno de los mayores proble- mas con la publicidad a favor de la lactan - cia responde al hecho de que se culpa a las mujeres de no llevar a cabo su adecuada labor como madres, pero no se toma en cuenta a la sociedad que produce este fe - nómeno, una sociedad “moderna” que ha restado importancia a la lactancia materna en la que los biberones y la leche de fórmu - la son una realidad frecuente y constante, aún en los hospitales desde el nacimiento de los infantes. Además, en México, al me - nos en las zonas urbanas, estamos hablan - do de una práctica que es esperada pero que se considera del ámbito privado y no público, amamantar a un bebé en restau- rantes, plazas e incluso en el transporte público por lo tanto, incluye una serie de rituales que incluyen una cobija que tapa al bebé y al pecho de la madre para no “in- comodar” la mirada de los presentes. Al- gunos apelativos como “Marías urbanas” -haciendo referencia a las indígenas que amamantan a sus hijos en la calle- o “ta- libanas de la leche” –por extremistas- son algunos de los nombres que se les dan a quienes ejercen su derecho a amamantar en público. Es suficiente con entrar a un blog, Twitter o Facebook, para leer –en lí - nea- las opiniones que las mujeres tienen al respecto: algunas opinan que los pechos son eróticos y no deberían cumplir otra función, sin embargo, la mayoría, asume que la lactancia materna es muy impor- tante pero que es un acto privado entre la madre y el bebé por lo que en la calle se le debe alimentar con biberón, otras, señalan que no hay problema con que las mujeres amamanten a sus hijos en público siempre y cuando tapen sus pechos y una minoría, está a favor de alimentar a los niños a libre demanda en cualquier lugar sin necesidad de taparse o esconderse. En la actualidad, en algunas ciudades, amamantar públicamente a un bebé es un acto que se considera desde deshonesto hasta asqueroso. Las distintas posiciones frente a la lactancia materna nos llevan a pensar que en México el problema radica en que este fenómeno como tal, carga con fuertes estigmas sociales que no son sen - cillos de revertir en los medios urbanos donde el uso del biberón como sinónimo de la modernidad, deja a las madres que lactan en público en el ámbito del exhi - bicionismo. La publicidad de la campa - ña pro lactancia en el Distrito Federal no podría dejar más claro que mostrar a una mujer amamantando es un tabú, por ello, muestra torsos desnudos de mujeres que

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