Número 32
23 de determinadas parroquias católicas o de templos evangélicos, o contingentes del alto clero, o de plano, los no heterosexuales del narco, de la Policía Comunitaria, del EZLN, del CISEN, o de los masones, o los de los gremios de vendedores ambulantes, o de los sindicatos, o de la mayoría de diputadillos y senadorzuelos que debieran ocupar las cru - jías de alta seguridad, sólo por mencionar algunos ejemplos. Pues a eso no hemos llegado. Hay algu- nos colectivos que han marchado en Mé - xico en función de su adscripción laboral, como es el caso de la empresa American Express, pero no se trata de un elemento estructurante de la marcha. De hecho, el componente reivindicativo-voluptuoso en su notoriedad se refleja en las representa - ciones humorísticas interesantes que del mismo se hacen en nuestro país, como es el caso de una excelente viñeta del agudo caricaturista Víctor Solís, relativa a dos osos polares desconcertados en una mar- cha del orgullo gay, presentada como parte en una reciente exposición en las rejas ver - des del parque de Chapultepec. En todo caso, el banderío de barras y estrellas que portaban muchos de los mar- chantes en Nueva York no es tampoco como para ver en ello necesariamente as- piraciones de mucha universalidad. Tam- poco era el foro, se puede aducir. Esas expresiones genuinas de apertu - ra en la marcha neoyorquina y el llamado esencial a la inclusión que transmiten sus participantes resultan aparentemente pa- radójicas en un país cuyo gobierno marcha en atropello por el mundo, con su gris y a menudo ensangrentada bandera de exclu - sión, control y terrorismo.
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