Número 32

25 lizados en México para explorar las con - diciones de la población no heterosexual destaca el ya algo añejo pero relevante tra- bajo de Ortiz-Hernández y García-Torres (2005), quienes exploraron los efectos que en el campo de la salud mental tiene la dis- criminación y la violencia en este conjunto social en la Ciudad de México. Las formas de discriminación que figuraron como más frecuentes en el estudio fueron el no ser contratados en un empleo, la amena- za, extorsión y detención por policías y el maltrato por parte de empleados. A su vez, las formas de violencia más frecuen - tes fueron a las ofensas verbales, el acoso sexual, el asalto, la persecución y las ame - nazas verbales. Los varones bisexuales y homosexuales sufrieron mayor proporción de ofensas verbales, mientras que las mu - jeres bisexuales y homosexuales sufrieron mayor proporción de agresiones físicas. En cuanto a efectos en el campo de la salud mental resultantes de la discriminación y la violencia a bisexuales y homosexuales fueron la ideación suicida, el intento mis - mo de suicidio, la sintomatología de trans- tornos mentales comunes y el riesgo de alcoholismo fueron mayores que los infe - ribles entre la población heterosexual, en una clara construcción social, con diversos grados de relación con otros factores aso - ciados, como el sufrir o atestiguar agresio - nes físicas a conocidos, el maltrato en el trabajo, en la obtención de vivienda y en la de servicios diversos (2005: 917). En ese marco, los efectos negativos en la salud abarcan una gama que va desde los evidentes resultantes de las agresiones físicas -incluidos los homicidios- 2 hasta diversos grados y procesos de depresión, baja autoestima, ansiedad, miedo (2005: 922). Las políticas públicas visibilizan aun insuficientemente esta situación, en la carencia de programas específicos sufi - 2 En cifras requeridas ya de actualización, la Comisión Ciu- dadana contra los Crímenes de Odio por Homofobia calculó que entre 1995 y 2000 ocurrieron en México 213 asesinatos contra homosexuales, caracterizados por la brutalidad y vio- lencia extrema con que se perpetraron. Dado el subregistro, la cifra tendría al menos que multiplicarse por tres para ese mis- mo lapso (citado por Ortiz-Hernández y García-Torres; 2005: 913). Se trata de cifras previas a la exacerbación de la violencia general, favorecida por las políticas públicas en el sexenio cal- deronista. cientes y adecuados; se trata, sin duda, de otra realidad soslayada en el campo de la bioepidemiología dominante. Las demandas de respeto pleno por parte del colectivo homosexual son a su vez exigencias de salud pública por parte de un conjunto social que se niega a seguir pagando cara su condición o elección de género, en el marco de una sociedad in- trusiva –que no incluyente– que continúa, con variantes, manteniendo una actitud homofóbica y/o de estigmatización, inclu - so por parte de profesionales sanitarios formados bajo la idea de que la homose - xualidad es una enfermedad o una forma de inadaptación social (Ortiz-Hernández y García-Torres, 2005: 914; Infante y cols., 2006). Sin embargo, aunque aparecen cam- bios progresivos en la percepción social del tema, destacándose una actitud mayor de aceptación entre menores de cincuen- ta años de edad (Consulta Mitofsky, 2007, en Immigration and Refugee Board of Ca - nada, 2007) 3 , la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, luego de un estudio en torno al tema, concluyó que el gobierno federal ha fallado en diseñar políticas pú - blicas para los no heterosexuales. A pesar de ello, las autoridades federales, en un au - tismo que persiste, se niegan a responder ante las demandas de los grupos de diver- sidad sexual en torno a la formulación de un programa social integral para las comu- nidades no heterosexuales, con protocolos de atención contra crímenes de odio, ga- rantías de seguridad social y una ley para la población transexual (Camacho, 2014). En todo caso, no es lo mismo ser no heterosexual con recursos y oportunida - des que sin ellos. Las precariedades polí - ticas y económicas truncan violentamente, o hacen más difícil la empresa de quienes viven su elección o su condición de géne- ro al margen de los roles heterosexuales. La homofobia y el machismo no existen aislados de la gama de lastres articulados que conforman el escenario de exclusión y 3 Véase también: http://news.bbc.co.uk/2/hi/ameri- cas/6457929.stm y http://es.wikipedia.org/wiki/Homosexuali- dad_en_M%C3%A9xico

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