Número 32

50 la podemos encontrar entre los consumos plebeyos realizados en los cafés de chinos y los más contemporáneos de las clases medias en los «Starbucks», «Cielito Café» o «Juan Valdés», en tanto en que su ala más intelectual prefiere el café de la tarde en «La Selva», «El Moro» o «El Jarocho». Si la tendencia al consumo del café se re - viste de interacción social en estos locales públicos, la merienda prefiere los espacios más familiares y privados. En los sectores más plebeyos y subal- ternos de la ciudad, la merienda tiende a diluirse y confundirse, gracias a una crisis que precariza su modo de vida cotidiano. Las condiciones materiales y sociales de reproducción son visibles y preocupantes: el salario mínimo que eufemísticamente es llamado vital y no da para mucho, las jor- nadas de labor fuera de los parámetros de la mil veces violada legislación laboral que dejan poco tiempo para esas tentaciones que otros actores urbanos atienden duran- te su tiempo de ocio. La siesta para los trabajadores de las clases subalternas, en mayor medida que para las capas medias ha perdido alguna fuerza: Conspira contra ella el excesivo tiempo dedicado a cubrir las distancias existentes entre los locales del quehacer público (trabajo y estudio) de la ciudad de México y el hogar. Muchas veces la siesta se aplicaba en los parques, pero como bien lo retrata el Blanco en su poema, el pro- ceso de urbanización ha recortado estos espacios y afectado dicha práctica: Los condominios, el crecimiento demográfico /Se tragan los parques públicos. /Sin murallas de árboles /El sol nos toma por asalto //Hoy hice larga cola /Para tenderme bajo un árbol /Y otros aguardan su tur- no. //- ¿Más inquilinos para árbo- les tan escasos? /Los pájaros huyen indignados, /Se paran en los ca- bles eléctricos /Como en huelga a la intemperie. //Nada tengo contra los pájaros /(Si no pretenden que duerma /Mi siesta sobre el asfalto); /Les chiflo, les sonrío, los llamo /A ocupar las ramas más altas //No me responden, aristocráticos; /Nos mi- ran como a plebe subvertida /Que convirtió en tianguis sus palacios. // (Ciertamente tiramos basura, /Pero no es para tanto). 4 Nuevas ideologías pretenden acabar con dicha práctica cultural. Lo refrenda la admonición dirigida por una revista desti- nada al consumo de las amas de casa: « No duermas siesta, ya que el medio sueño de la tarde espanta el de la noche o, al menos 4 Blanco, José Joaquín. « La siesta en el parque ». En: Ob. Cit., p. 27. www.noquedaotrolugarqueirseamexico.blogspot.com

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