Número 37
19 bores agrícolas y oficios. Fue hasta 1926 que se diseñó un plan de estudios de ma- nera formal. En la legislación de 1927 se estipuló que todas las normales tendrían internado y que los alumnos contarían con becas. En su origen, las normales ru- rales representaron una encrucijada entre la lógica de forjar patria y los derechos sociales conquistados desde abajo. En ellas se formaron maestros misioneros, profesores dispuestos a desplazarse a los lugares mas recónditos del país. “Organi - cemos al ejército de los educadores que sustituya al ejército de destructores”, de- claró Vasconcelos en 1920. Era una lógica de estado para crear una nación. Sin embargo la educación rural tam- bién correspondía a una lógica social de los de abajo (lógica social que la reforma educativa actual pretende ignorar y has- ta destruir). Por siglos no hubo escuela para los pobres; por siglos la tierra de los campesinos había sido consumida por los hacendados; por siglos trabaja- dores laboraban en condiciones de escla- vitud en las plantaciones y en las minas; por siglos los recursos naturales que esta mano de obra extraía pasaban a manos extranjeras. En las normales rurales se revertía esa lógica: muchas, como es el caso de Ayotzinapa (establecida en 1926, hace 89 años), se fundaban o instalaban en anti - guas haciendas; se formaron cooperativas agrícolas como parte de la pedagogía; los alumnos recibían, como ya se dijo, becas y derecho a una plaza de maestro al ter- minar la carrera. Los alumnos de las normales rurales organizaron la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, FEC- SUM. Actualmente es la organización es- tudiantil más antigua de México, con 80 años de vida, agrupando a estudiantes de las 17 normales sobrevivientes. La FEC- SUM no sólo se encarga de labores de concientización sino también se moviliza en apoyo de luchas campesinas obreras, estudiantiles y magisteriales. En resu- men: es fiel a los principios que origina - ron estas instituciones. La fidelidad a es - tos preceptos originarios, explica por qué el Estado ha intentado desde la década de 1940, después del cardenismo, cuando las normales rurales tuvieron un gran impul- so, contenerlas y desparecerlas. En 1969, precisamente durante el go- bierno de Gustavo Díaz Ordaz, fue que se cerraron 15 de las 29 normales rura- les. Las protestas no se hicieron esperar enarbolando el derecho a la educación y la responsabilidad constitucional del Es- tado: “Llegaron a la SEP enérgicas conde- nas de ejidatarios, normalistas y padres de familia: ‘No nos obliguen a pensar que seguimos en la etapa del porfirismo, en que sólo a los hijos de los burgueses se les impartía la educación, ya que a cada momento se habla del progreso en el aspecto cultural” 10 . El tipo de conciencia forjada a raíz de la revolución y resguardada en un notable proceso histórico de resistencia en las nor- males rurales, es una conciencia que tie- ne muy clara la hipocresía de un gobierno que habla del progreso (“Mover a México”) mientras ejecuta una política educativa y social que facilita todo menos eso. El pro- ceso de concientización de los preceptos resguardados en las normales rurales parte de un principio fundamental: la educación no debe ser un privilegio destinado sólo a las élites, por tanto su extinción como edu- cación pública, es no sólo un asunto acadé- mico sino también social. Afirma Eduardo Galeano: La educación está vinculada con todos los aspectos de la vida. Cul - to no es el que más sabe, culto es el que más aprende a entenderse con los demás, el culto aprende a recrear un mundo donde el prójimo sea una promesa y no una amenaza. Donde yo pueda reconocer en otro alguien con quien pueda comulgar, con quien tengo cosas para compar - tir, alguien que tiene que decirme 10 Padilla, Tanalís. “Los inquietos”. La Jornada, 18 de octubre de 2014, página 6.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=