Número 37
41 Vida y pasión de la cultura en América (1935), Historia de la literatura ameri- cana [1937] y Balance y liquidación del Novecientos , iniciada en 1936, concluida en 1939 y publicada en 1941 por editorial Ercilla en Santiago de Chile. Los viajes y los exilios, aunados a sus experiencias de lector y sus expandidas redes intelectuales y políticas, fueron mo- delando en Sánchez, sucesivas y mutantes miradas acerca de América Latina. Huella y variaciones liminares El prólogo del ensayo Balance y liquida- ción del Novecientos , dice telegráficamen - te el corpus de la obra, y el autor sabe o intuye que el lector espera algo más que un guiño, una idea, un mapa. El prólogo implicó también la valoración de lo es- crito y en casos como este, de lo vivido. Cierto que la entrada autoral dependió en grado sumo tanto de la calidad argu- mental del texto como de la forma en que fue redactado, revisado, reescrito. Y uno y otro aspecto se complementaron bien, la recepción del libro fue exitosa sin dejar de ser polémica. Cierto es también, que el prólogo de Sánchez, puede ser tratado analíticamente como una unidad, como un fragmento sig- nificativo, sin desdeñar los otros paratex - tos a los que se encuentra vinculado. Hay pues suficientes razones para justificar una estación, un apartado. Recordemos que en su libro, tras el títu- lo de portada le sigue en la primera página, la presentación de un epígrafe extraído del Fausto de Goethe. Su lectura nos advierte acerca de la presencia de un sentido fuerte caro a la retórica arielista: su poder de fas- cinación. « Ariel anima el canto con sonidos de celestial pureza: su eco atrae a los muñe- cos y también a las hermosas. » El prólogo dirá algo más dejando al corpus el proceso crítico de desencantamiento de la retórica del intelectual novocentista. El prólogo como texto autoral nos pro- yecta en sus cuatros rostros y tiempos, a dos ciudades: Santiago (1939, 1955) y Lima (1968 y 1973). El despliegue seriado de los mismos, trazó el itinerario de sus perma- nencias y reescrituras. Dicha obra fue re- mozada en diversos momentos, entre 1939 y 1973, entre su primera y cuarta edición. Nosotros, por razones de estricta econo- mía textual y limitaciones de fuentes, nos remitiremos a la última. En lo general, diremos que Balance y liquidación . no es propiamente un pa- limpsesto aunque algo tiene de ello, en la medida en que las reescrituras y añadidos cumplidos por Luis Alberto no llegaron a borrar las huellas de sus tesis primordiales de 1939, y ello nos basta para justificar la pertinencia y límite de nuestra lectura en torno a la cuarta edición. Sin embargo, de- jamos constancia que el autor apuntó en sus diversas revisiones a dotar a la obra, de una visión más documentada sobre la producción de cada uno de los integrantes del modernismo y del arielismo. También hacemos constar que el autor trató de aca- demizar la obra, depurándola de algunos juicios lapidarios. Sánchez ha confesado sin ambages, que: El libro tuvo un origen polémico, pero, en el camino, cambió su tono y trató de ser simplemente expositivo. Si no logró evitar cierto aire de fron - da, no sé si ello se debe al destino del libro o al mío propio. (Sánchez, 1973: 23). Efectivamente, el primer prólogo deno- minado por Sánchez «Drama de la orien- tación» fue signado por su intencionalidad intelectual y política, por su tono polémico y de combate: «Me es imposible enjuiciar- lo, sin participar, yo mismo -como acu- sado, como relator y como fiscal –en tan apasionante asunto.» (Sánchez, 1973: 9). Además, al significar como «dramática» la orientación, dotándola de referentes auto- biográficos le confirió a su escritura fuerza y veracidad. Pero ¿quiénes fueron los actores inte- lectuales de este drama caro a los inicios del siglo XX? Por un lado, los «maestros» novocentistas (arielistas y modernistas) y por el otro, sus discípulos: estudiantes ado- lescentes, encandilados con sus retóricas.
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