Número 38

3 el proceso para desviar el trazo carretero. Nada que no se pudiese concretar habien- do voluntad de diálogo. Pero no la hubo. Era la voluntad de la población o la de la empresa constructora de una autopista. Eso, en el marco de los megaproyectos que se instauran en el país bajo la premisa de un “desarrollo” exclu- yente y desequilibrado que tiene carácter “preferente”. Y ésta voluntad es la que se impuso mediante la solícita actuación de la fracción más opaca, rastrera, retar- dataria y autoritaria (piense el lector en otros calificativos) del Instituto Nacional de Antropología e Historia. La imposición tuvo vía libre y la soberbia displicente y el servilismo facilitaron el camino a un proyecto decidido y puesto en práctica al margen de la población, pero no al mar- gen de la zona arqueológica. Y es que no se ha entendido el men- saje: la gente sobra. En particular, la que siente y piensa, la digna, la que aspira a un futuro luminoso, la que no mendiga identidad de los “medios de comunica- ción” ni la compra en los negocios. Para el poder y sus asociados menores, no debie- ra de haber gente, al menos no esa, que se sale del modelo de obediencia y resigna- ción decretado, que se ha creído el cuen- to del respeto a la vida, el cuento de los valores y de que el cielo se construye hoy, Imagen posible sobre las próximas relaciones armónicas entre el INAH y las comunidades

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=