Número 41
10 bitan los pueblos indios campesinos, hoy despojados de sus tierras, con millones de ellos también desterrados de sus campos y países, y que viven bajo el terror y la miseria o que en el camino a la utopía de Hollywood caen en la esclavitud o la muerte, o en el paso de fronteras y ya en los territorios añorados caen en las redes de la migra y son deportados a su lugar de origen. Y así muchos que ya llegaron vuelven al mismo sitio del que habían buscado escapar. La emigración de los miserables alcan - za a millones de seres humanos de acuer- do con las estadísticas oficiales, y esos mi - llones son mucho más cuando no sólo se incluye a quienes emigran a otros países y continentes, sino a los que emigran de un lugar a otro en su propio país, y dejan las tierras y casas de sus mayores. En estu - dios recientes –es cierto-, se ha descubier- to que la mayoría de los emigrantes no viene de los más pobres, sino de las clases medias con profesionales y técnicos que tienen los recursos necesarios para pagar transportes costosos. Sumado este hecho a los anteriores, en que la mayoría de las víctimas siguen siendo los pobres, se ve que junto a la destrucción de las ciudades e infraestructuras se está cambiando la política que Andre Gunther Frank calificó de “desarrollo del subdesarrollo” por una política de “subdesarrollo del desarrollo”, que alcanza a numerosos países que vi- vieron con las ilusiones de los gobiernos desarrollistas. Para colmo de males, a los desastres de la guerra y de la emigración se añade la disminución de la esperanza de vida, y el incremento de la tasa de mor- talidad por las hambrunas y pandemias y por el aumento de los desastres ecológi - cos producidos por el creciente peso eco- nómico-político-cultural e informático de las corporaciones y sus subsidiarias, y por los desastres ecológicos derivados de grandes incendios, inundaciones, y polu- ciones del agua, la tierra, el aire, los lagos, los ríos y el mar, hechos a los que se aña- de la disminución y desaparición de nu - merosas especies animales y vegetales y las afectaciones del medio ambiente des - de el Polo Norte hasta el Polo Sur en que los deshielos causan la muerte de osos y esquimales. A lo desagradable que resulta hablar de todo esto, se añade lo doloroso de vivirlo en carne propia. Pero como dijo un inglés notable “a todo nos acostumbramos”. ------- No puedo menos de esbozar aquí esta breve descripción del mundo en que vivi - mos. Lo hago a sabiendas de que me en - cuentro ante los miembros e invitados de un organismo vinculado a la educación, la ciencia y la cultura. La emoción que expresan verdades como éstas hace necesario un conoci - miento de la ciencia, la cultura y la pe- dagogía que impulse acciones respon- sables destinadas a enfrentar, explicar y construir alternativas a una situación que en nuestro tiempo tiene enredadas las cabezas con profundas incógnitas, ante innegables dificultades y ante obstácu - los abrumadores, en que la firmeza de las convicciones propias y de la fuerza de los pueblos, a pesar de todo y por encima de todo, nos llevará a repetir el firme clamor de “¡VENCEREMOS!” con la convicción de que, “más temprano que tarde”, como dijo Salvador Allende, nuestra nueva pro - clama de “otro mundo posible” se conver- tirá en realidad. Nosotros aquí, y muchos otros en otros muchos lugares de Nuestra América y otros continentes, podemos contribuir al nuevo pensamiento crítico y creador que asuma los problemas y los enfrente en sus movimientos insumisos al amparo de la ciencia, la cultura y la educación. La prioridad de los problemas a en- frentar –estoy seguro– es la política del desconocimiento, del engaño y de la barbarie reinantes, precisando la actual organización de la vida y del trabajo en el mundo, y no sólo buscando y practi - cando las alternativas más idóneas, sino atendiendo un problema no menos grave y descuidado: el de los procesos de tran- sición a un mundo en que la vida y el tra -
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