Número 41
13 ción de la vida y el trabajo en la Tierra no sólo extremadamente cruel, sino ecocida. 1°. En el terreno del conocimiento y la acción por nuestra parte, en primer lugar creo que debemos considerar la estrate- gia y la táctica de quienes nos atacan. Al hacerlo descubriremos la importancia que para ellos tiene fomentar el individualismo en nuestras organizaciones. Con sus dis - tintas formas de operar, el individualismo que fomentan los complejos empresaria - les-militares logra romper las organiza- ciones de la liberación de los pueblos y las que construyen las clases proletarias y los trabajadores o los jóvenes rebeldes que es - tán con ellas. El individualismo representa a lo largo de la historia, una fuerza mucho mayor de aquélla que nos imaginamos con meras acusaciones y juicios de des - calificación de personas o grupos, como los que se limitan a hacernos pensar que fulano o zutano son “oportunistas”, “disi - dentes” o “traidores”. Estas acusaciones, o las sanciones que los inculpados y organi- zaciones reciben, se quedan en el nivel de lo personal o de luchas entre grupos. No permiten destacar que el individualismo es una categoría general de la lucha contra la liberación y contra las clases explotadas y oprimidas. Tomar en cuenta la ofensiva del individualismo aplicado en nuestra contra como una estrategia de dominación, per - mitirá disminuir la vulnerabilidad de las fuerzas emancipadoras. Y a continuación señalo otras formas de la ofensiva: 2º. La corrupción, que en gran y en pe - queña escala acaba con líderes, partidos, sindicatos, uniones campesinas e inclu- so con estados-nación. Los funcionarios “vendidos” pueden ser frenados en todo momento por quien los compró, o de - nunciados por éste como corruptos si no obedecen demandas crecientes, más y más comprometedoras. En las clases y estratos sociales, la corrupción se presenta como cohecho, o como subsidio o como regalo, o como caridad, o como acción “humani - taria”. Para enfrentarla se usa el rechazo colérico o firme, y entre la gente pobre, la dignidad… La corrupción en los países que se encuentran encabezados por las fuer - zas de liberación, se realiza en el mercado negro, y el mercado negro o la economía informal no sólo contribuyen a resolver algunos problemas de escasez de una par- te de la población sino debilitan la moral de los usuarios, que empiezan a creer eso de que “la vida es así”. De muchos de ellos salen las bases de apoyo cómplice para la restauración del capitalismo. El problema no queda allí. Incluye a los negociantes del mercado negro que hacen fortunas impresionantes con la complicidad de em- pleados públicos y de altos funcionarios. La lucha contra la corrupción constituye un imperativo de combate defensivo que ha sido de máxima prioridad en Cuba, y que enfrenta un arma enemiga que no cesa en su ofensiva en la propia Cuba. Es vital contraatacarla, como lo saben los propios cubanos y todos aquellos que luchan por la emancipación. 3º. Ilusionar con los sueños de la “so - ciedad de consumo”, es característica de la propaganda y la publicidad que vuelve sumisa a una parte de la juventud rebel - de. Y para eso también sirve el opio o la marihuana. Volviendo a Cuba, es cierto que la ilusión revolucionaria se pierde entre algunos jóvenes que no vivieron en la Cuba esclavizada anterior a la Re- volución del 26 de Julio. Pero no es sólo eso lo que determina el atractivo de los jóvenes que quieren irse y buscar fortuna o que añoran revivir el pasado. Tanto en los viejos tiempos como ahora, hay mu - chos jóvenes –hombres y mujeres- que eran y son conformistas, y otros que eran y son insumisos orgullosamente rebel- des. Y éstos son hoy más que ayer. Pero incluso con aquéllos puede la pedagogía moral y política crear una conciencia, una inteligencia, una voluntad de lucha, mu- chas veces admirables e inesperadas con su participación orientada en acciones y organizaciones colectivas. 4º. Y aquí tocamos otro objetivo que amerita capítulo aparte: el de la moral como moral de lucha y como moral de
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