Número 41

43 y algunos de sus investigadores contratan a estudiantes, pasantes y profesionales desempleados bajo la forma de becarios o ayudantes de investigación. Éstos últimos llevan a cabo levantamientos de datos o gestión en campo en condiciones de alta vulnerabilidad y bajos salarios; a lo que se suma una práctica constante de anoni - mato de su participación en los resultados finales de los procesos de investigación. De manera semejante ocurre con los pro - fesores contratados por asignatura o bajo la modalidad hora-semana-mes, quienes pese a que regularmente asumen las ma- yores cargas horarias en la formación del estudiantado de licenciatura no cuentan con derecho de participación en la ela - boración y modificación de los planes de estudio o voto en las discusiones institu- cionales ligadas al ejercicio docente. 5. Ahora bien, el Plan de Trabajo del Consejo Directivo del CEAS 2013-2015 presentado en asamblea en noviembre pasado, des- taca entre sus prioridades “identificar las principales preocupaciones profesionales que como antropólogos enfrentamos para el ejercicio de nuestra disciplina”. Además, considera que para fortalecerse como ór - gano colegiado debe exhortar a que “los socios fundadores y con mayor experien - cia puedan transmitir a los jóvenes sus perspectivas sobre el desarrollo de la dis- ciplina y, en sentido inverso, escuchar a los jóvenes para conocer sus propues- tas, inquietudes y maneras de abordar el fenómeno antropológico. Se buscará contar con espacios para aprovechar la experiencia y promover la comunica- ción inter-generacional ”. Como tercer y cuarto punto plantea que “se buscará fi - nanciamiento para hacer un estudio sobre la dinámica del mercado de trabajo, una tipología de ocupaciones y perfiles pro - fesionales derivados de la identificación de la inserción de antropólogos en insti - tuciones públicas, gubernamentales, fun - daciones privadas, organizaciones de la sociedad civil y otros espacios laborales” y, “Contribuir a la elaboración de planes y programas de estudios de las escuelas de antropología social y etnología”. Toman - do en cuenta estos postulados esgrimidos por el propio Consejo Directivo del CEAS, consideramos que éstos deben llevarse a cabo de manera práctica. 6. Con respecto a la situación del ejercicio profesional de los antropólogos en Mé - xico, puede referirse tanto al contexto general del actual mercado laboral como a las especificidades propias del campo profesional dentro de nuestra disciplina. A fin de contextualizar ambas problemá - ticas, de acuerdo a la ANUIES, “a pesar de que en la década pasada se incrementó en 2.8 millones el número de profesionistas en el país, al menos 16%, es decir, 448 mil egresados universitarios, se mantuvieron inactivos, mientras la tasa de desempleo para este sector pasó de 2.3 a 5.1%, con una media de 260 mil nuevos graduados que buscan empleo cada año”. 1 De igual forma, “los empleos con actividades alta - mente profesionalizadas cayeron de 69 a 61 puntos porcentuales”. 2 En el caso parti - cular de los antropólogos se señala que “la tasa de desocupación es de las más bajas, también lo es la subocupación (3%). De acuerdo al boletín del CEAS del 2013, el 14% de los antropólogos mexicanos que trabajan en ocupaciones no profesionales se ocupan en tareas catalogadas como de protección y vigilancia, así como opera - dores de transporte (choferes); mientras 1 “Deterioro, en la calidad del empleo de los profesionistas. Se mantuvieron inactivos 448 mil egresados: estudio de la Anuies” en La Jornada, 15 de Marzo 2012. Consul- tado el 31/03/14. 2 Íbid.

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