Número 41

apoyo de fundaciones y gobiernos, resul - ta sorprendente que cuando comprueban esos daños y peligros del ecocidio ni les hacen caso, ni sólo los descalifican por cuanto medio está a su alcance, sino hasta los persiguen, como si fueran culpables al no legitimar sus autores el sistema de los decision makers , integrantes del “poder oculto” tras el capitalismo corporativo al que dominan unos cuantos billonarios superpoderosos, como los del tristemen- te famoso Grupo Bilderberg que se reúne regularmente en los grandes hoteles con sus think tanks , y sus invitados distingui- dos, algunos candidatos a gobernar. Ese grupo sobre todo, y algunos otros cuyos miembros que se le integran o asocian, determina la suerte de buena parte de la humanidad y de los conflictos a enfren - tar mediante colusiones, cooptaciones, corrupciones y represiones de variadas tramas, organismos e instituciones... En palabras llanas, la descalificación y el asedio contra los investigadores que publican hechos y evidencias sobre pe- ligros de que son causantes los grandes propietarios y accionistas de las corpo- raciones multinacionales, trasnacionales y globales, psicológicamente correspon - de a esa “negación” freudiana de causas y efectos que política y consciente o in - conscientemente buscan ocultar sus auto- res, y que en términos psicopatológicos y hobbsianos se ocultan a sí mismos. Daños al mundo y peligros actuales y futuros que sufre la humanidad se niegan de varias maneras. O se afirma que los in - formes y estudios que los revelan son fal - sos, y eso se sigue afirmando todo lo que se puede, o cuando ya no se puede más, se afirma que los fenómenos “negados” no son ni tan peligrosos ni tan amenazadores como sostienen personas y grupos a los que se califica de apocalípticos o perversos y, ya en último extremo, esto es, cuando aparecen una tras otra las crisis anuncia- das, se dice entonces que los males que las provocan van a ser resueltos, y se emplean varias formas de mentir sobre el tiempo y magnitud en que van a resolverse, o so- bre los recursos que van a emplearse y los subsidios e inversiones que se van a hacer, o sobre las tecnologías que los resolverán y que por supuesto en nada afectarán las inmensas ganancias que para las corpora- ciones significa, como efecto no deseado, la destrucción de la tierra. La situación cognitiva resulta ser to - davía más grave cuando se comprueba que a tamañas falsedades se añade el he - cho invariable de que las partes se cuidan de adquirir compromisos vinculantes, o acuerdos ejecutivos, que en alguna y poca medida lograrían las políticas con que creen y hacen creer que se resolverán los problemas ecológicos, todo lo cual entra - ña una conclusión necesaria en que los ricos y poderosos no quieren ni pensar, y es la de que desde la organización actual de la vida y el trabajo es totalmente im - posible resolver los problemas sociales y ecológicos de la humanidad y del planeta. Y ese totalmente es rigurosamente deter- minista como algunas leyes de la física… Pero con una diferencia, que eso no ocu - 7

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