Número 41

9 eficiente y eficaz apoyo de sus coludi - dos, cooptados, subrogados y emplea- dos exigen de éstos un silencio cómplice que quien rompe –traidor o enemigo– se enfrenta a su inmenso entramado de or - ganizaciones formales e informales, de negocios respetables y de crímenes or- ganizados, con grandes fuerzas guberna - mentales y mediáticas de alcance global que están comprometidas, “compradas” e inclinadas a obedecer, defender, y legi - timar a los poderosos, y de criminalizar, perseguir, despojar y eliminar a los mise - rables, marginados o pobres, así como a destruir la vida, riqueza, libertad o fama de los insumisos y rebeldes, muchos de los cuales al ser acosados, cooptados o aplas- tados por el sistema también se doblan o se quiebran. Así piensan. Así actúan. El sistema dominante opera con fuer - zas amalgamadas muy eficientes e ines - crupulosas y emplea sus variadas redes en una guerra integral, que diseñan y libran sus expertos y conocedores, y de la que se aprovechan -en todos los niveles de man- do y servil obediencia- quienes dirigen o realizan las operaciones de la guerra real y virtual, que los señores del sistema han desatado, usando para apoyarla una nota- ble variedad de armas en que destacan las finanzas, las asociaciones, las macro-co - rrupciones y macro-represiones por las fuerzas políticas y sociales, militares y paramilitares, abiertas y encubiertas, uni- formadas y disfrazadas, reales y virtuales, todas con el encargo de combatir, crear y armar el terrorismo, el narcotráfico y el mercado negro o paralelo, y de perseguir y destruir a los competidores y rebeldes en medio de “un caos controlado” para una “crisis controlada”. Esas también son sus creencias, sus convicciones. El conjunto de los ejecutores de ta - maña “guerra sin fin” fomenta cuanto atentado quepa imaginar, muchas veces revestido de un fanatismo a modo, que sus adeptos invocan cuando destruyen sus propios templos y ciudades, matan a sus propias familias, a mujeres, niños, jóvenes y ancianos, al tiempo que apo - yan –como en Siria- los bombardeos de manzanas enteras y los “golpes aéreos in - teligentes”, que según los jefes de estado de las grandes potencias son de tal modo precisos que sólo destruyen la habitación de la ciudad o villa en que se halla un te- rrorista identificado, sin que nadie más a su alrededor sufra daño alguno… Como antecedente notable de tan si- niestra y ya acostumbrada situación se da el hecho de que terroristas y bombarderos han tomado como campo de batalla las ciudades y poblados donde los terroristas se meten y donde los “aparatos inteligen- tes” indican el sitio exacto en que están los terroristas. En los hechos, al destruir a uno o a varios terroristas, los aviones y las fuerzas de mar y tierra, también destru - yen las infraestructuras urbanas y rurales existentes. Y esa es la extraña coinciden - cia entre los terroristas y sus enemigos de las grandes potencias; los dos destruyen a los pueblos, tanto quienes los defienden o dicen defenderlos como quienes dicen atacarlos y los atacan. Con tales artimañas, muchos de los habitantes de África, del Mundo Musul - mán y Asia Central se han quedado sin ciudad, sin país, y con víctimas que llegan a millones entre sus residentes y entre quienes prefieren ahogarse en el mar con su mujer e hijos, buscando escapar a la macabra guerra de bombas y drones que acabaron con la casa que tenían, con la es- cuela a donde sus hijos iban, con los hos - pitales donde sus enfermos graves y leves se atendían, y hasta con las infraestruc - turas de transporte terrestre y aéreo, de electricidad, agua, gas y calefacción, tan necesarias todo el año y sobre todo en el crudo invierno. Tal es el panorama de quienes viven en el Medio Oriente y en Asia Central, con diferencia en cuanto al clima en el Zagreb y en África Negra, pero con for - mas de horror y odio parecidas, todas ellas “adaptadas al contexto religioso e ideológico”, y aplicadas en variable esca - la con igual sevicia, como ocurre en las regiones de nuestra América donde ha -

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