Número 42
37 joras sectorialmente. Pero, quería saber más sobre él. La oportunidad se pre - sentó cuando caminando por uno de los portales de la plaza San Martín, vi en el bar Versalles, frecuentado por artistas e intelectuales, a Aníbal Quijano que re- cientemente había estado en Colombia. Quijano fue mi profesor del curso de Estratificación social cuando estudiaba en la escuela de sociología de la uni- versidad de San Marcos. Le pedí refe - rencias de Camilo Torres. Me dijo que, efectivamente, Camilo era un dirigente que empezaba a influir en la política; pero, me advirtió: Antonio, no debes ol- vidar que un cura, siempre es un cura. A Aníbal Quijano le pedí referencias sobre Camilo por varias razones; pero, sobre todo, porque en América se vivía una efervescencia guerrillera estudian - til; era el efecto de la onda expansiva de la Revolución cubana. Y, en nuestro país, el Movimiento de Izquierda Revo - lucionaria (MIR) había iniciado las ac - ciones guerrilleras el 9 de junio. Invitar a un sacerdote a dar una conferencia en San Marcos era insólito. Tenía la idea de invitarlo a San Mar - cos desde que me informé que a Camilo lo tenía al alcance de mi mano. Cuando finalizó el referido congreso, observé que Camilo estaba en actitud de espe - ra en la salida del edificio del Ministe - rio de Trabajo. Vencí mi timidez y lo abordé. Me dijo que estaba esperando a Gustavo Gutiérrez para almorzar jun - tos. Aproveché la espera para invitarlo a dar una conferencia en San Marcos, aceptó inmediatamente. Con el pre - juicio que tenemos a los sacerdotes, -como el caso del profesor Quijano-, y sabiendo que Camilo había estudiado sociología en la universidad católica de Lovaina (Bélgica), le propuse un tema académico: el rol del sociólogo en el cam- bio social. Luego, con todo desparpajo me replicó: ponle a la conferencia el títu- lo que tú quieras . Entonces, lo cambié: “Papel de los estudiantes en las luchas de liberación nacional”. Acordamos que le daría el encuentro en el Salón Dora - do del palacio de gobierno; puesto que el presidente Belaúnde clausuraría el congreso de desarrollo de la comunidad con una ceremonia protocolar. En eso llegó Gustavo Gutiérrez, sacerdote y re - nombrado intelectual, futuro autor de la Teología de la Liberación ; aporte perua- no al pensamiento universal. Ambos se percataron del desfile de las limosines alrededor del palacete de la Nunciatura apostólica en donde fla -
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