Número 43

sistema socio-cultural propio y como ini- ciado en un universo simbólico distinto y extraño (Krotz 1994). Es la coexistencia de diferentes singularidades históricas la que nos permite hablar de esta relación entre lo propio y lo otro . En las comunidades tribales, la propie- dad colectiva sobre los medios de produc- ción condicionó la existencia de su iden- tidad e intereses propios de grupo. Esos intereses respondieron a la necesidad de continuar su existencia como comunida- des identificadas mediante la reproduc - ción de sus sistemas culturales propios y, con esto, a su reconocimiento como gru- pos étnicamente diferenciados de otros. Creemos, como lo señalan Spencer y Redmond (2003) para el caso de Oaxaca, que ante la agresión de grupos clasistas expansionistas reconocidos como otros , las comunidades aldeanas –que habrían tenido una estructura social tribal– se vieron forzadas a ejercer estrategias de re- sistencia ante la dominación para seguir perpetuando tanto su esencia de comuni- dad como su singularidad cultural. Dentro de estas estrategias se encontró la centra- lización del poder (Spencer y Redmond 2003) 2 . Para las comunidades del Formati- vo que habrían resistido la avanzada de las sociedades clasistas ya conformadas por otros , fue dentro de su identidad propia de grupo en donde el desarrollo de la cen- tralización se posibilitó por –como señala Bate (1984)– consenso político. 2 Spencer y Redmond proponen que existieron también otras estrategias, como lo habrían sido la nucleación y la jerar- quización. 41 Patio interior de la Pequeña Acrópolis, Yaxchilán, Chiapas. Fotografía: Gabriela P. González del Ángel

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