Número 43

43 haya generado directamente las condicio- nes de dominación clasista. Más bien, los intereses colectivos de reproducir la cultura propia hicieron fac- tible el desarrollo de prácticas institucio- nalizadas de reproducción identitaria, lo cual habría sido un proceso acelerado por la presión del conflicto. Estas prácti - cas de reproducción y conservación de la singularidad cultural habrían sostenido una separación social al interior necesaria para mantener las nuevas formas de orga- nización que permitieron la conservación de su identidad colectiva. Por esta razón, no coincidimos con la idea de que los pri- meros sistemas de dominación clasista “difundieron” sus instituciones. Más bien pensamos que, posterior a su surgimiento y a su necesidad de expansión, desataron una reacción en cadena de reorganización de los sistemas sociales ancestrales. Planteamos entonces que fueron las propias comunidades de tradición tribal las que, en busca de una perpetuación de su grupo ante la amenaza latente de inte- gración al sistema de dominación de los otros , generaron las condiciones materiales que agudizaron las contradicciones al inte- rior y dividieron a su comunidad en clases sociales diferenciadas. Estas contradiccio- nes al interior, ligadas a la división entre el trabajo intelectual –centralizado para la toma de decisiones– y la producción direc - ta, requirieron previamente el consenso necesario para establecer la centralización (Bate 2002; Sarmiento 1993). El consenso habría sido resultado de la necesidad de la comunidad de su conservación identitaria para perpetuar las relaciones sociales de producción comunales. Paradójicamente, las relaciones sociales de producción co- munales habrían sido las mismas que posi- bilitaron el surgimiento de las condiciones superestructurales que las contradijeron. La centralización, pues, habría sido una forma de potencializar el desarrollo de la producción de una forma convenien- te para la continuidad del grupo. El desa- rrollo de las fuerzas productivas habría permitido la continuidad de la existencia del grupo como unidad en términos de la identidad cultural, pero al mismo tiempo habrían fundado los cimientos de una nue- va estructura social. Así, la jerarquización y posterior es- tratificación social habría sido resultado de las contradicciones profundizadas en este periodo. La diversificación de centros de poder en el Formativo se habría visto favorecida por los procesos de resistencia de las comunidades a desaparecer como tales, las cuales sacrificaron contradicto - riamente la estructura comunal por con- servar su identidad. Comentarios finales Creemos que resistencia no es un fenó- meno que pueda entenderse como mera oposición al poder, pues es en realidad parte del poder mismo. Es tal vez la cara opuesta de la hegemonía dentro del mis- mo fenómeno. La relación de lo propio con lo otro en las comunidades de tradición tribal cons- tituyó esta primer forma de resistencia (si es que podemos llamarla así) a desapare- cer como unidad cultural. Sin embargo, la reorganización que de ésta se desprendió fundó la posibilidad de división en clases sociales y las víctimas de un nuevo sis- tema de dominación. La resistencia en el periodo de las sociedades clasistas se ha- bría transformado: ya no habría que resis- tir la dominación del otro como miembro de otra comunidad, sino al otro al interior del grupo, al otro que cada vez exigía más tributos para mantener el sistema que le otorgaba gozo y privilegios. Los intere- ses de comunidad, con el surgimiento de las sociedades clasistas, se transformaron fundamentalmente en intereses de clase. De esta manera los fenómenos de resis- tencia se habrían re-direccionado. Escribimos estas anotaciones no sólo para el conocimiento de los grupos del pasado, sino para la reflexión de nuestra historia en proceso y de nuestro contexto actual. En estos momentos de marcadas crisis sociales, de tanto aniquilamiento de la vida humana, no debemos naturalizar

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