Número 49
43 vuelve necesario investigar qué tipo de relaciones se establecen en el con- texto de estas políticas desde una postura que subraye la necesidad de in- corporar la dimensión cultural dentro de las acciones que ejecuta el Estado. Reconociendo que en la implementación de las políticas alimentarias se ge- neran espacios (como los comedores comunitarios) en donde conjuntamen - te entran en juego diferentes lógicas culturales, las nociones de intercul- turalidad y de derechos culturales (Etxeberria, 2001; Tubino, 2005) pueden incorporarse al enfoque de la antropología de la alimentación. Es dentro de este enfoque en donde se reconoce que la alimentación trasciende la mera satisfacción del acto de alimentarse y reproduce relaciones sociales y siste- mas culturales propios de los grupos humanos (Garza, 2011a, 2011b; Good Eshelman y Corona de la Peña, 2011). Para comprender las dinámicas que se establecen entre los actores so- ciales involucrados en la ejecución de las políticas alimentarias, son nece- sarias preguntas como: ¿qué modelo cultural de alimentación se instituye en la práctica de estas políticas públicas?, más allá de la población objeti - vo que se establece en el papel ¿quiénes son las personas que en realidad asisten a estos comedores?, ¿qué condiciones sociales caracterizan a estas personas?, ¿cuál es el margen que tienen las personas para decidir si asistir o no a estos espacios?, ¿cómo es su alimentación los días que no asisten a los comedores? Es en este sentido en el que, en el año 2016, en la mesa de discusión Comida, modernidad e historia culinaria: enfoques para la investigación rea- lizada en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, propusimos el de- sarrollo de proyectos de investigación encaminados a la caracterización de las relaciones sociales que se establecen entre el sector gobierno, los volun- tarios y los beneficiarios de los comedores comunitarios del gobierno de la Ciudad de México y del gobierno federal en las demarcaciones territoriales de esta ciudad. La presencia de la antropología en la investigación de estas políticas públicas resulta indispensable para conocer la historia de vida, el sistema cultural y los hábitos alimentarios de las personas beneficiarias, además de las relaciones que se establecen entre sus sistemas culturales y el modelo cultural que de manera intencional o inconsciente se impone desde el Estado. Asimismo, para la realización de este tipo de proyectos no sólo sería indispensable el análisis de los documentos y decretos que dan origen a los programas, sino, fundamentalmente, el de las acciones efectivas que se ejecutan desde los distintos programas públicos. Finalmente, queremos destacar que, como investigadores de disciplinas antropológicas, una de nuestras labores es observar que dentro de las po- líticas públicas —sean de alimentación, salud, vivienda, educación u otras — se respete el derecho a la diversidad cultural. Es en el diálogo con los grupos excluidos en donde es probable que se encuentren las respuestas a cómo desarrollar políticas adecuadas para el beneficio real de las perso - nas. Sin embargo, también es cierto que, para lograrlo, ellos, al igual que muchos de nosotros, deben de encontrar su propia voz y reconocerse como actores sociales capaces de transformar y transformarse con el mundo. Además, el desarrollo de proyectos paralelos (como videos, documenta- les, talleres, mesas de discusión) puede servir como medio para comunicar
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