Número 52

3 del poder y por sus auxiliares de clase para mantener la reproducción de la tragedia que padecemos hoy en México. En el caso de quienes nos dedicamos al trabajo intelectual, tomar la ideología como objeto de estudio muestra que si bien ésta no se encuentra fuera del ámbi- to de la producción y difusión del conoci- miento, es importante identificar cuándo dicha ideología se trastoca en fetichismo y se apodera del proceso de producción del conocimiento, imponiendo la cara mística de su lógica. Cuando eso sucede, el proceso de producción del conocimien- to se vuelve un conjunto de prácticas ca- paces de fundar nuevos credos que clau- suran toda crítica y autocrítica. Lo extraordinario de este momento en México, es que además de las y los traba- jadores intelectuales críticos/autocríticos que no hemos aceptado fungir como auxi- liares de la clase dominante, persisten en mayor medida grupos, colectivos, comuni- dades y pueblos que insisten en que la finca del capataz tiene en su muros un sinnúmero de grietas desde las cuales puede verse con claridad aquello que es responsable de la tra- gedia que padecemos: la dinámica de acumu- lación capitalista. En el transcurso de los meses que siguen, veremos incrementarse la intensidad de las campañas electorales en México, en unos comicios que serán los más costosos en la historia del país. Esos desmesurados costos económicos son, sin embargo, minúsculos al lado de los costos sociales y ambientales que, disparados, tienen al país y a la mayor parte de sus habitantes en una situación de franca incertidumbre, que es posible ubicar como incertidumbre “descendente”, la que resulta del dominio del miedo sobre la esperanza, en los términos a que recurre Boaventura de Sousa Santos, cuando se pregunta qué tipo de época es la nuestra: http://www.jornada.unam.mx/2018/04/24/politica/017a2pol

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