Número 56
108 cimos pública en la primera etapa del V CNI, saludamos también las voces críticas, muchas de ellas con argumentos fundamentalmente racistas, que reflejan una indignación rabiosa y desprecio por pensar en que una mujer indíge- na pretenda no sólo contender en una elección presidencial, sino plantear cambiar realmente, desde abajo, a este dolido país. A todos ellos, les decimos que en efecto retembló la tierra y nosotros con ella, y que pretendemos sacudir la conciencia de la nación, que en efecto pretendemos que la indignación, la resistencia y la rebeldía figuren en las boletas electorales del 2018, pero que no es nuestra intención competir en nada con los partidos y toda la clase política que aún nos debe mucho; cada muerto, desaparecido, encarcelado, cada despojo, cada represión y cada desprecio. No nos confundan, no pretendemos competir con ellos porque no somos lo mismo, no somos sus palabras mentirosas y perversas. Mientras el EZLN insistía ( Comunicado , 1ro de enero de 2018): Debemos de organizarnos y unirnos todo los sec- tores de trabajadores del campo y la ciudad, in- dígenas, campesinos, maestros, estudiantes, amas de casa, artistas, comerciantes, empleados, obre- ros, doctores, intelectuales y científicos de nues- tro país y del mundo, el único camino que nos queda por hacer, es que debemos unirnos más, or- ganizarnos mejor para construir nuestra autono- mía, nuestra organización propia como pueblos y trabajadores, porque es la que nos va a salvar de la gran tormenta que se acerca o ya está sobre nosotros que va a barrer a todos y todas. Si bien el discurso del movimiento neozapa- tismo ha estado repleto de metáforas, en este caso la metáfora de “la tormenta” hace referen- cia al desastre de orden planetario que padece- mos actualmente y que se ha intensificado en los últimos 50 años como resultado de la lógica pro- ductivista que impulsa a la “finca capitalista”. El colapso civilizatorio profundizado por ésta for- ma de organización social para la producción de excedentes con miras a la acumulación incesan- te de capital en manos de la élite dominante, y que aparentemente afecta a todos por igual, pero en el que las posibilidades de respuesta –como ante cualquier contingencia en este sistema so- cial- son profundamente desiguales entre ricos y pobres (Carlos Taibo, Colapso , 2017: 42): Hay quien ha tenido a bien, en fin, contraponer el concepto de colapso y los de persistencia y resi- liencia . El primero de estos dos últimos identifica una situación en virtud de la cual un estado es- table tiende a mantenerse frente a las perturba- ciones. El segundo subraya, por su parte, la con- dición de sistemas que permiten su recuperación ante eventuales agresiones. O, en otras palabras, nos habla de la “capacidad de un individuo, una comunidad o un sistema para adaptarse y preser- var un nivel aceptable de funcionamiento, estruc- tura e identidad”. No olvidemos que en el caso de sistemas complejos e interrelacionados, su exis- tencia tanto puede ser un elemento de resiliencia –se apoyan unos a otros– como de colapso –las tensiones se transmiten de unos a otros–. No pa- rece razonable contraponer, en suma, y como a menudo se hace, colapso y progreso. El colapso, antes bien, puede ser una consecuencia de de- terminado tipo de progreso desestabilizador . El desarrollismo, ahora promovido por López Obrador como pilar fundamental en su programa de gobierno, ha hecho que muchos de aquellos que en algún momento se opusieron a la moder- nidad capitalista, le defiendan a ultranza. Inte- lectuales, activistas, artistas, entre otros, que en octubre de 2018 impulsaron la encuesta ciuda- dana para simular disposición de parte del nuevo gobierno y de Morena ante las demandas sociales en contra de los proyectos de gran escala, como fue el caso de la “consulta nacional” sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM); a partir de la encuesta sobre los “diez proyectos prioritarios” de López Obra- dor, llevada a cabo tan solo un mes después de la anterior, se decantaron a favor de la construc- ción del Tren Maya, el Corredor Comercial Tran- sístmico y la refinería en Dos Bocas, o guardaron un silencio cómplice.
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