Número 56

117 Eso no es soberanía, ni bien común, ni decen- cia. Y así se ha permitido y propiciado el mo- delo de despojo colonial, sin tomar en cuenta las afectaciones que generan, objetivamente documentables, diversas e irreversibles. A su vez , desde hace años, nuestra planta de base de profesores de investigación cientí- fica y docencia no sólo no ha crecido sino que ha disminuido, pues éramos mil 120 en 1982, y pasamos a ser 790 en 2019, y aun así se han abierto a la visita pública en los últimos 40 años más de un centenar de espacios entre diversos museos y zonas arqueológicas; aun cuando las transformaciones sociales y culturales inhe- rentes a la dinámica demográfica se han com- plejizado, y nuevos procesos con un potencial considerable de afectación a nuestro patrimo- nio biocultural y a nuestra población han sur- gido y van en incremento. A pesar de ello, se ha incrementado la producción académica del INAH en libros, artículos en revistas especiali- zadas y de divulgación, guiones de radio, mu- seográficos, exposiciones, discos, programas de estudio y propuestas aplicativas resultado de nuestras investigaciones históricas y antro- pológicas y peritajes en antropología e historia que han coadyuvado, a pesar de presiones, en la impartición de justicia que reclaman Pueblos y comunidades originarias o campesinas. Buena parte de ese trabajo se ha llevado a cabo con la colaboración y participación de muchos jóvenes estudiantes y profesionistas, a quienes los funcionarios en turno les han nega- do sistemáticamente su derecho a condiciones dignas de contratación e inclusive de posibili- dad de basificación, exhibiendo omisión e inca- pacidad para explicar y presentar un fundado reclamo de disponibilidad presupuestaria ele- mental ante las autoridades hacendarias y las instancias legislativas, dada la ya crónica insu- ficiencia de plazas de base. Ahí radica mucho del origen de la precariedad laboral de nues- tros compañeros eventuales. As í mismo, para mejorar nuestra participa- ción social con pueblos y comunidades tal y como lo mandata nuestra Ley Orgánica, y en la investigación, conservación, custodia y difusión de los bienes nacionales arqueológicos e histó- ricos bajo custodia del INAH, hemos deman- dado la participación colegiada para la toma de decisiones ejecutivas y administrativas de nuestra institución, lo que sin excepción alguna rechazan los funcionarios siempre de paso en el INAH, ignorando nuestra experiencia y nues- tras demandas fundadas a lo largo de los años en criterios académicos, históricos y técnicos. Sin embargo, la negación del incremento de las plazas de profesores de investigación científica y docencia no tiene corresponden- cia con las áreas administrativas, las cuales han aumentado sin freno y desproporcionadamen- te respecto a las plazas destinadas a trabajos sustantivos de investigación, conservación y difusión y a la formación de recursos humanos. La falta de plazas de base, problema soslayado por años dentro de los programas de la admi- nistración central del INAH, impide un relevo generacional que le permita al instituto conti- nuar con sus obligaciones sustantivas e incre- mentar las acciones que por ley tiene respon- sabilidad de llevar a cabo. Ante este cúmulo de problemas, le hemos propuesto al Director General del INAH, Diego Prieto Hernández, en reiteradas ocasiones y aun antes de que fuese ratificado por usted, un diálogo serio y comprometido para reencau- sar nuestra vida institucional que ha sido gol- peada, como usted bien sabe, por las políticas neoliberales de sus antecesores, para quienes la cultura resultó ser un mero espectáculo, una mercancía, un obstáculo. A la fecha, sigue pen- diente un verdadero diálogo con los funciona- rios del INAH, una voluntad real de transfor- mación y una definición clara de sus políticas internas, transversales e interinstitucionales, en coherencia con el alcance de su mandato.

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