Número 56
38 En el escenario actual, tejer voces y postu- ras demanda una diversidad metodológica para acercarnos a los conflictos sociales, territoria- les y culturales; así, coincidimos con Restre- po cuando afirma que “desde la etnografía y la historización situadas y contextuales, la co- lonialidad visibilizaría las obliteraciones, las violencias, las exterioridades y los impensables constitutivos de racionalidades, técnicas y sub- jetividades articuladas en torno a la moderni- dad” (2011:150). Por lo tanto, nuestro análisis parte de componentes etnográficos delineados en espacio y tiempo en un territorio con parti- cularidades sugerentes, para entender los pro- cesos sociales en la actualidad. En ese sentido, desde nuestra vivencia particular como veci- nos de Tlaltizapán, un municipio enclavado en el sur del estado de Morelos, y a propósito del caso que nos ocupa, nos preguntamos: ¿Cuál es la tarea del INAH actualmente? Tlaltizapán, Morelos: el escenario cíclico Los procesos sociales que hoy nos interesan tie- nen raíces profundas, que remiten a “la incom- prensión del presente [que] nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero quizá es igual- mente vano esforzarse por comprender el pa- sado, si no se sabe nada del presente” (Bloch, 2001:70-71); es decir, desde la historización si- tuada y contextual es necesario comprender los vínculos continuos del presente con el pasado. En ese sentido el estado de Morelos, pensa- do como cuna del corrido, de las trovas y “bo- las” surianas, y en el marco del pensamiento ideológico de la Revolución Mexicana, se ha configurado bajo constantes luchas sociales frente a las lógicas externas que amenazan la vida y el territorio. Como bien sabemos, Tlal- tizapán, y ahí el Cuartel General de Zapata, se convirtieron en un emplazamiento geográfico emblemático de la Revolución del Sur, lugar en donde emerge un corrido suriano que parece resumir experiencias pasadas traídas al pre- sente. La “bola” dedicada al sitio de Tlaltiza- pán evoca la tradición oral de la comunidad, donde argumenta: Voy a recordar del 13 de agosto de mil quinientos veintiuno en que a conquistar vino el asqueroso Cortés a este suelo puro; fue Tenochtitlán el sitio luctuoso, que contempló taciturno una mortandad que llenó de gozo al trono ibero y de orgullo. Después de cuatro centurias, según poco más o menos, volvió otra vez esta espuria, fecha escrita a sangre y fuego; ahí Cortés cruel tortura, aquí Carrión dio un degüello año 16 ¡qué injuria! 13 de agosto, recuerdo. A la hermosa Villa de Tlaltizapán, en domingo por desdicha, […] La humanidad en su mente, triste este caso deplora, y juzgo que eternamente grabará ya en su memoria el mes de agosto el día 13, fecha infeliz y notoria donde guardará por siempre, en páginas de la historia. (Marciano Silva)
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