Número 56

41 El parecer de los habitantes de las comunida- des no tuvo importancia alguna. Y eso define en mucho a los megaproyectos que hoy se instau- ran o se pretenden instaurar por doquier. Como consecuencia, la construcción de la obra quedó marcada desde su inicio por una serie de irre- gularidades sostenidas por autoridades a nivel federal, estatal, y también por funcionarios del Consejo Nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), or- ganismo que se encargó de avalar la imposición de la autopista demoliendo a su paso 21 sitios ar- queológicos, y respecto a lo cual el entonces Di- rector del Centro INAH Morelos argumentó que “no tenían la envergadura como para provocar el cambio de dirección o suspensión de la obra”. Precisamente, este escenario particular enfrentó la comunidad de Tlaltizapán, Morelos, a través de la organización, la motivación y la salvaguar- dia con que defendieron, infructuosamente, su patrimonio arqueológico. En el marco de una serie de atropellos genera- dos en diversos municipios de la región por el paso de la autopista Siglo XXI, en Tlaltizapán, y donde no hubo disposición alguna tampoco para adecuar los trazos determinados entre empresas y gobier- nos, durante los primeros días de julio de 2015, se difundió la noticia del hallazgo de vestigios ar- queológicos en el campo “La Mezquitera”. Ante las declaraciones tajantes de la empresa constructora de que contaba con el pleno aval del INAH para destruir los vestigios, la comunidad se organizó con una demanda clara: “sí a la conservación del patrimonio arqueológico de nuestro pueblo” y… En el ex Cuartel General de Zapata, el pun- to de referencia histórico más emblemático de la región, nuevamente nos recordó los procesos sociales que nuestros pueblos han sorteado. Para Autopista Siglo XXI en el estado de Morelos y la conexión comercial del Pacífico y Golfo de México

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