Número 56

46 INAH sepultaron la participación social, la his- toria, la identidad y la cultura de un pueblo. To- mados por sorpresa y presenciando impotentes el hecho, los integrantes del comité de vigilancia cuestionaban “la calidad de estas personas y el afán con el que hacen las cosas”. Las piezas del rompecabezas se acomodaron en ese momento y entendieron entonces por qué cuando los vecinos pedían saber qué curso seguían las investigacio- nes de “La Mezquitera”, el arqueólogo Mario Cór- dova siempre reaccionó con evasivas, ignorando y desdeñando las inquietudes de la población, añadiendo que los interesados debían dirigirse al Centro INAH Morelos para solicitar la informa- ción. Entonces fueron otras las preguntas formu- ladas por loa atónitos vecinos: ¿para quién fueron los informes y el material que el sujeto sustrajo de “la Mezquitera”? ¿cuál fue la función de este arqueólogo? ¿al servicio de quién estuvo? En ese sentido, Alma Rosa Cienfuegos, jefa del Departamento de Trámites y Servicios Le- gales del Centro INAH Morelos, quien empeñó su palabra con la comunidad, sostuvo una serie de declaraciones en medios nacionales para jus- tificar el actuar del INAH en Tlaltizapán, donde mencionó literalmente: Hubiera sido muy irresponsable, primero la evi- dencia que teníamos no estaba completa, estaba descontextualizada, el que encontremos cimen- tación no te dice mucho, hubiera sido irrespon- sable porque no podíamos dejar los vestigios, te- nían que entrar en un proceso para consolidarse y yo pregunto ¿quién lo iba a financiar?, y lo más importante es ¿qué íbamos a exponer?, ¿arran- ques de muros?, ¿qué visitas ahí?, no había un ba- samento, eran puros arranques de muro, hubiera sido irresponsable dejarlos a la visita pública. Precisamente, aquí cabe cuestionar a qué se refiere la funcionaria cuando habla de la “irres- ponsabilidad”, es decir, en su lógica y escala de valores ser «responsable» es hacer acuerdos y no respetarlos; es pensar que las comunidades son ignorantes y configurarlas como no existentes; es encubrir el juego sucio y respaldar lo que se sostiene con alfileres. Entonces, ¿qué es ser res- ponsable?, ¿qué autoridad tiene para recurrir a ese término? Aunque el pueblo de Tlaltizapán luchó por la conservación, ganó el interés y la tozudez de la empresa por no alterar en absoluto el trazo origi- nal de la autopista, decidido en un escritorio fue- ra de la región, y legitimado con el aval, precisa- mente, de la dependencia federal del Estado que supuestamente se encarga de conservar, inves- tigar y difundir todas las expresiones culturales de México. Como si no bastara, en este episodio, cuando funcionarios del INAH ya habían conver- Fuente: A. Martínez (julio-2015)

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