Número 56
51 A veces, al topar con objetos del pasado, se tiene oportunidad de contrastarlo con el presente, va- lorar la obra realizada entonces y comprender mejor las distancias en el tiempo y los retos actuales… o lo que es lo mismo, asómese a una vieja caja de cartón des- echada y su inesperado contenido. Como expresión de lo que llega a generar cier- ta manera de administrar la periferia de una ins- titución acosada por el centralismo, como llega a suceder en el caso de los centros estatales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, cierta mañana de hace ya algunos años apareció al lado del tambo de la basura, discreta, una vieja caja de cartón ya deformada. El siempre digno hábito del rebusque o la inveterada curiosidad provocaron el rescate de su contenido, con pape- les que, luego se vio, formaban parte del archivo del profesor Bernardo Beco Baytelman, creador de una instancia insuficientemente visibilizada y valorada en la institución: el Jardín Etnobotánico y Museo de Medicina Tradicional y Herbolaria en Acapantzingo (ALbala, 2003; Hersch, 2012). Con la marca de sus grapas ya oxidadas, en la caja figuraban algunos informes, proyectos, re- portes de reuniones, todos paridos a golpe de te- cla y otros materiales diversos, entre los cuales descollaba un folleto a color, con el título de “El Tesoro del Pueblo”, impreso por la Secretaría de Educación Pública en 1974, el cual se reproduce a continuación y motiva las reflexiones que siguen. El Tesoro del Pueblo: un referente divulgativo sobre el así llamado patrimonio cultural Paul Hersch Martínez La autoría del folleto ahí consignada es de Imelda de León, Ana Espinosa Mireles, Carlos B. Margáin y Alberto Beltrán. Imelda de León, en- tre otras temáticas, se ha dedicado al estudio de diversas expresiones culturales en el país, inclui- das sus fiestas tradicionales y artesanías (1985; 1988; 2016); Carlos B. Margáin, arqueólogo ve- nezolano, profesor de la materia de “Culturas de América” en la Escuela Nacional de Antropolo- gía 1 , realizó investigaciones en diversas zonas del país, incluyendo entre otras muchas las de Bonampak (1951) y Huapalcalco (1954); Al- berto Beltrán, reconocido ilustrador, grabador, pintor, fallecido en 2002, fue uno de los más re- levantes exponentes de su ramo en México; “El Tesoro del Pueblo” fue publicado precisamente en el periodo en que Beltrán condujo, entre 1971 y 1976, la Dirección de Arte Popular de la Se- cretaría de Educación Pública (Katz, 1985; De la Torre Villar, 2002). Con un tiraje de 200,000 ejemplares, dada su calidad expositiva y gráfica, se puede afirmar que El Tesoro del Pueblo fue una obra que cum- plía a cabalidad con su propósito de divulgación, estructurada mediante una breve narrativa que arranca con un niño campesino que, al estar tra- bajando la tierra con su abuelo, encuentra entre surcos una figurilla prehispánica. La trama es simple pero significativa: con el menor y la figurilla como ejes, se van desplegan- 1 Comunicación personal de la Mtra. Lina Odena Güemes, quien fue alumna de Margáin en esa asignatura.
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