Número 56

52 do diversos planos en el proceso de dilucidación de lo que será el destino de la pieza arqueológica, y esos planos de referencia aparecen dejando cla- ras las instancias locales que orientan el sentido del hallazgo. Y es que el niño en la narrativa no se topa a solas con la figurilla: cuenta con referentes. El primero de ellos es su propio abuelo que, en su parquedad, le hace saber que el hallazgo lo liga a sus antepasados. En breve, la figura del abuelo, presente y escuchado, refleja la de un hogar que no está, en la narrativa, sometido a procesos exa- cerbados de desarraigo como los que hoy impac- tan a numerosas familias campesinas. En la morada campesina, a la noche, el abue- lo pregunta al padre de Pedrito: ¿tú serías capaz de vender las cosas que te heredó tu abuelo? Sin duda, se trata de una pregunta emparentada con otra por una misma lógica arcaica, formu- lada años después por un campesino de Atenco opuesto a la venta de su tierra para el aeropuerto que Fox pretendía hacer en Texcoco, cuando un locutor de radio le reclamaba a su entrevistado la razón de su negativa, a lo que éste le respondió a su vez, inquiriendo a su inquisidor: ¿usted, se- ñor, vendería a su madre? Una segunda instancia en la indagación que sigue el niño con la pieza encontrada es la es- colar. En ese ámbito emerge la segunda figura referencial, la del maestro rural, que expande el sentido y la trascendencia de la pieza, motivo

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=